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29 junio, 2019

Ladrillos y dolores de cabeza para intérpretes chino-español-chino


Hace ya más de cuatro años -¡cómo pasa el tiempo!- reflexionaba sobre los dolores de cabeza para los intérpretes del chino al español.


Leyendo estos días las actividades del Presidente Xi Jinping en Osaka, veo la siguiente frase 习近平出席金砖国家领导人会晤. La traducción literal sería "Xi Jinping participa en reunión de directivos de los países del ladrillo dorado (o de los países de ladrillos dorados").




16 noviembre, 2018

Ante la próxima visita a España del Presidente Xi Jinping - Parte I - El problema del idioma y las traducciones

Dentro de pocos días, el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en mi opinión el principal líder político mundial de la actualidad, aterrizará en Madrid.

Desde el año 2005, o sea hace nada más ni nada menos que trece años, ningún Jefe de Estado del país más poblado del mundo ha visitado España.

Al igual que entonces con Hu Jintao, se hablará de una visita "histórica", y como siempre, se destacará la "importancia" que España presta a China y cómo han avanzado las relaciones entre ambos países en estos 45 años de relaciones diplomáticas.

22 abril, 2017

Luces y sombras en las traducciones de literatura china al Español

El domingo 23 se celebra "El día del libro" y quería aprovechar para reflexionar sobre un tema del que creo que se habla poco y es el de la traducción y los traductores, y en concreto, de las traducciones de literatura del chino al español. 

26 septiembre, 2015

Estudiantes españoles en China, de 5 a 2.500

Días atrás, en el Centro Cultural de China en Madrid, tuvo lugar un acto de presentación del libro “China en mis ojos” y se anunció el nacimiento de la Asociación de Antiguos Estudiantes Españoles en China.

China en mis ojos” es una iniciativa del Ministerio de Educación chino y de la Oficina de Asuntos Educativos de la Embajada de China en Madrid. La edición, bilingüe, recoge los recuerdos y reflexiones de 13 estudiantes españoles que, desde los años 70 hasta épocas más recientes estuvieron estudiando chino en la República Popular.

Aunque no se mencionó en el acto, creo que es bueno recordar que este año es el 40º aniversario de la llegada a Beijing del primer grupo de estudiantes españoles de chino. Se trataba de cinco jóvenes becados por el gobierno chino para estudiar en el Instituto de Lenguas de Beijing. Entre ellos figuraba Ignacio Mantecón, uno de los autores de “China en mis ojos” quien también estuvo presente en el acto.

Tuve la suerte de coincidir con ese grupo en el Instituto de Lenguas, donde los estudiantes de habla hispana no llegábamos a diez en 1975.

De los cinco en 1975 se llegó, el año pasado, a la cifra de 2.500 estudiantes españoles en China. En los últimos años estamos viviendo en España un auge en el interés por el idioma chino. Los gobiernos de España y China, diversas universidades, los Institutos Confucio u organismos oficiales como la Fundación ICO, entre otros, están respondiendo a esa demanda otorgando anualmente becas para el estudio de chino en la República Popular.

Mucho ha cambiado China en estos últimos cuarenta años, como mucho han cambiado las condiciones y posibilidades para estudiar chino. Las condiciones de vida en Beijing y otras ciudades del país han mejorado de forma espectacular en este período y los avances en la tecnología han contribuido a facilitar algo el aprendizaje de un idioma que, entre otras dificultades, no tiene un alfabeto y cuyo aprendizaje se basa en gran medida en la memorización.

El nacimiento de la Asociación de Antiguos Estudiantes Españoles en China –que preside la destacada periodista Georgina Higueras, también una de las autoras del citado libro- es una loable iniciativa que servirá para unir al cada vez mayor número de personas que han pasado por China para estudiar su idioma u otras materias relacionadas con la República Popular. Muchas de ellas, tras su paso por el gigante asiático, se han destacado y se destacan por su papel  en el fortalecimiento del conocimiento mutuo entre España y China en sectores tan diversos como la educación, la literatura y el arte, la economía y el comercio o las relaciones internacionales.


29 mayo, 2015

De “cinturones” y “rutas” y los dolores de cabeza para los intérpretes de chino

Si el idioma chino es ya de por sí difícil de traducir, hay dos elementos que complican aún más la labor de traducción e interpretación: la costumbre china de abreviar las cosas –frecuentemente mediante el uso de cifras- y la complejidad de su sistema numérico.

El último ejemplo de esto es la consigna de las autoridades chinas sobre “El cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI”, una iniciativa económica para el desarrollo del comercio tanto en la antigua Ruta de la Seda, principalmente a través de Asia Central, como una nueva ruta de la seda a través del mar que abarque el Sudeste Asiático, la zona del Golfo, y se extienda hacia el Oeste.

Esta iniciativa ha sido abreviada en sólo cuatro caracteres, “一带一路” (“un cinturón, una ruta”) que se utilizan tanto en el lenguaje oral como en el escrito, para dolor de cabeza de los intérpretes y traductores.  Mientras que la pronunciación en chino de esos cuatro caracteres requiere un poco más de un segundo, su traducción al español requiere como mínimo siete.

Por esa razón, la traducción del chino al español requiere más tiempo y más espacio; mientras que, por el contrario, en el caso del español al chino generalmente se requiere menos.

“Un cinturón y una ruta” es sólo un ejemplo de la facilidad que tiene el idioma chino para abreviar las cosas.

Recuerdo que mi paso por la Universidad en Beijing coincidió con la Guerra entre Irán e Irak, conflicto que, para mi asombro, se denominaba en chino con solo cuatro caracteres (”两伊战争”, “la guerra de las dos ‘I’”). En la mayoría de los casos, cuando se habla de más de un país, en chino sólo es necesario poner el primer caracter de cada uno. Para mencionar las relaciones entre China y Argentina, por ejemplo, sólo es necesario hablar de las relaciones “ 中阿” o “Chi-A”, aunque hay que conocer el contexto ya que un”中阿” o “Chi-A” puede referirse también a China-Argelia, o China-Albania.

El “Decimotercer Plan Quinquenal de Desarrollo”, del cual ya se está empezando a hablar ahora es sencillamente en China “十三五” (13-5); y el “Decimoctavo Congreso Nacional del Partido Comunista de China” es simplemente “ 十八大“ (18-Grande).

Las abreviaturas con uso de números son frecuentes en el lenguaje oficial y coloquial chino lo cual exige al traductor /intérprete estar al día de la actualidad china y estar atento de forma permanente a los medios de información oficiales, escritos, radiofónicos y televisivos.

Pero ésta no es la única particularidad que agrava la dificultad de la traducción/interpretación del chino. La otra es su sistema numérico. Del 1 al 9.999 la cosa es fácil, pero los problemas empiezan a partir del 10.000 (“wan” o) que en China es una unidad numérica. Así 18.000 sería 1 wan y 8.000; o cien mil serán “diez wan” (十万 ), y un millón son “cien wan” ( 百万).

Al llegar a los cien millones surge otra unidad, el “yi” (亿), y así 10 yi equivalen a mil millones. Cuando mayor es la cifra, más difícil es la traducción. En un país como China donde, debido a su magnitud, casi todas las cifras son millonarias, este es con frecuencia un motivo más de dolor de cabeza para los intérpretes.

Cualquier persona con alguna relación con China seguramente habrá podido vivir experiencias en las cuáles se crean grandes confusiones o se cometen errores en la interpretación –más que en la traducción por escrito- de las cifras.

El “descifrar” las abreviaturas y el poder traducir correctamente cifras grandes son pues el origen de muchos dolores de cabeza para los intérpretes de chino, y cualidades imprescindibles en una buena traducción. 

18 diciembre, 2014

Chile, el idioma chino, y una excelente iniciativa. "El sur también existe"

En estos tiempos de tanta mediocridad, de recortes y falta de interés en la educación y la cultura, leo con alegría que Chile dará 15.000 becas a jóvenes de entre 15 y 19 años para aprender chino. Es verdaderamente una excelente noticia y un soplo de aire fresco -en medio de un aire tan viciado- que honra a Chile y a todos los que están detrás de esta iniciativa.

Según lo que he podido leer, se trata de un proyecto - llamado Conoce y emprende con China- del organismo de servicio público Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) junto con la ONG Cruzando el Pacífico y que incluirá cursos enfocados al idioma, cultura y los negocios relacionados con el país asiático.

Al anunciar el lanzamiento de este programa, los organizadores destacaron que China es el principal socio comercial de Chile, y resaltaron la importancia de que miles de jóvenes chilenos tengan la oportunidad de "derribar barreras" y puedan acercarse más al gigante asiático.

Creo que muchos coincidirán en que esta medida es un ejemplo de trabajo serio, de mentalidad de futuro y de visión a largo plazo. Son muchos los discursos y declaraciones que vemos con frecuencia en nuestro mundo de habla hispana sobre la importancia de China y de conocer y acercarse al gigante asiático, pero que lamentablemente muchas veces se quedan en eso, sólo palabras o acciones puntuales y limitadas, sin planes ni recursos económicos para alcanzar ese objetivo. 

Es verdad que existen también iniciativas encomiables en otros países de habla hispana para acercarse al "mundo chino", pero que muchas veces salen adelante sólo gracias a meritorios esfuerzos y sacrificios, muchas veces personales y casi altruistas, que no son suficientemente reconocidos ni respaldados económicamente por planes serios y con una mentalidad de futuro.

Así que enhorabuena a Chile por esta medida que seguramente será vista con envidia sana en otros países que hablan español, y que, ojalá me equivoque, lamentablemente no tendrá la repercusión que se merece. 

Como en otros tanto temas, y como decía mi compatriota Benedetti, una vez más "el sur también existe"



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30 agosto, 2014

China: cambios lingüísticos y polémicas políticas, históricas y sociales

La nueva edición del “Diccionario de Palabras Estándares del Idioma Chino” (现代汉语规范词典) con la inclusión de una nueva acepción para la palabra “tuhao” (土豪) –anteriormente “déspota malvado”, y ahora también “persona rica sin cultura”- ha tenido una gran repercusión en la República Popular y generado muchos comentarios y polémicas en las redes sociales y en los medios de prensa del país.

En un  reciente artículo del China Daily podemos encontrar la noticia sobre el diccionario, que ha agregado unas cien palabras nuevas, en su mayor parte relacionadas con el lenguaje moderno de Internet; aunque ninguna ha generado tantas discusiones como “tuhao”, que tiene un profundo contenido histórico, político y social.

En noviembre del año pasado tuve la oportunidad de reflexionar en el Instituto Cervantes de Pekín sobre el tema “China: y la reforma también reformó el idioma” y meses más tarde publiqué un artículo en Global Asia.

En ambos casos hacía referencia a un grupo de “palabras que `han regresado` pero con otro significado”, destacando de forma especial precisamente el caso de “tuhao”  una de las palabras más “de moda” en la China de hoy, que originalmente tenía el significado políticamente despectivo de “déspotas locales”, y que ahora se usa – de forma despectiva o no, según sea el ángulo desde el que se mira- tanto como para lo que podríamos traducir como “nuevo rico” o, según la nueva definición oficial “persona con mucho dinero pero sin cultura ni valores correctos”.

Para ilustrarlo ponía dos diapositivas. La primera, con el significado “antiguo” de “déspotas locales”, término utilizado en la revolución del Partido Comunista y en los primeros años después de la fundación de la República Popular China, donde incluía una foto del “ballet revolucionario” “El destacamento rojo de mujeres” que recientemente ha vuelto a los teatros chinos.




En la segunda ponía un ejemplo de lo que podría ser hoy un “tuhao”



 “Tuhao” puede ser utilizada tanto como sustantivo como adjetivo y se ha vuelto tan popular que a finales del año pasado se difundió ampliamente en China la noticia de que iba a ser incluida en la próxima edición del Diccionario Oxford de Inglés.

Como indicábamos, se han generado polémicas de todo tipo en relación con la aceptación “oficial” de la nueva acepción para “tuhao” y hay opiniones para todos los gustos.

Muchos habitantes prósperos de las zonas rurales se han sentido ofendidos –por la definición de gente “sin cultura”- y han desatado una polémica en las redes sociales con los residentes en grandes ciudades.

Otros dicen sin tapujos que “el 90 por 100 de la gente de dinero en China se ajusta a la definición de “rico sin cultura ni valores correctos”; y también están los que opinan que los “millonarios de la noche a la mañana” de China no han hecho su fortuna por medios “honestos”, y su riqueza no es el fruto de su trabajo.

Muchas opiniones reflejan una especie de “odio” hacia estos “nuevos ricos”, mientras otras dan a entender una cierta “envidia” (“ya me gustaría a mí ser un ‘tuhao' aunque no tenga cultura” dice uno de los participantes en un foro).

En todo caso, esto no deja de ser una muestra más de que –como indicaba meses atrás, y perdón por auto citarme-  “las transformaciones que han tenido lugar en la República Popular en las últimas décadas, no sólo han cambiado la fisonomía del país, destacados aspectos de su sociedad y de la forma de vida de su población, sino incluso hasta la forma de hablar, de expresarse y la escritura.”


Aquí, muchos de los cambios en el idioma tienen su origen –al igual que en todo el mundo- en los avances tecnológicos, y en las transformaciones generacionales, sociales y culturales que se están viviendo en las últimas décadas. En el caso del chino, sin embargo, tenemos un elemento más a añadir y son los cambios que se producen como consecuencia directa de la política de apertura al exterior y de reformas políticas, económicas y sociales que están teniendo lugar en el país más poblado del mundo.

24 febrero, 2014

China: y la reforma también reformó el idioma

Si una persona que está estudiando chino, o lo ha estudiado en los últimos diez años; si un ciudadano chino de unos treinta años viajara ahora en un túnel del tiempo a la China de mediados de los años 70, no entendería gran parte de lo que escuchase o leyese, como tampoco le entenderían muchas de sus expresiones.
Creo que lo mismo pasaría si se  hubiese “congelado” a un ciudadano chino de la década de los 70 y se le despertara ahora dejándolo en una calle de Beijing.
Y es que las transformaciones que han tenido lugar en la República Popular en las últimas décadas, no sólo han cambiado la fisonomía del país, destacados aspectos de su sociedad y de la forma de vida de su población, sino incluso hasta la forma de hablar, de expresarse y la escritura.
Meses atrás tuve el honor de reflexionar en el Instituto Cervantes de Pekín sobre los efectos que la reforma y la transformación de China han tenido sobre su idioma; reflexiones hechas  pura y exclusivamente desde la perspectiva de un “usuario” activo del idioma chino desde hace casi cuatro décadas, por lo que por las dudas espero que los filólogos y "sinólogos" puedan perdonarme.
Estas reflexiones, además, están muy limitadas por el espacio y por la necesidad obvia de intentar explicar en español aspectos relacionados con el idioma chino.
Todos coincidiremos, creo, en que es ”normal” y “lógico” que un idioma evolucione y cambie a medida que se transforma la sociedad, y más en los tiempos actuales de globalización y de espectaculares avances en la informática y las telecomunicaciones. En el caso del chino, sin embargo, tenemos un elemento más, y es al que nos referiremos exclusivamente en estas reflexiones: los cambios que han tenido lugar como consecuencia directa de las reformas económicas y la apertura al exterior.
Entre esos cambios nos encontramos con palabras y expresiones que “desaparecen”, otras que surgen y también algunas que cambian de sentido. En cuanto a las causas de este fenómeno tenemos elementos políticos, económicos, sociales, geográficos y una combinación de dos o más de esos factores.
El idioma chino de la República Popular siempre ha estado, y lo está hasta el presente, impregnado de un vocabulario político que abarca casi todos los aspectos de la sociedad. Ahora tenemos, con el Presidente Xi Jinping la expresión “el sueño chino” (中国梦) (que se usa no sólo para la política sino hasta para el deporte); con Hu Jintao tuvimos la “armonía”  (和谐 ); previamente fueron  “las tres representaciones” (三个代表);  y en los años 70 se hablaba, entre otras cosas de “médicos descalzos” (赤脚医生),  "escuela de puertas abiertas” (开门办学) o “comunas populares” (人民公社) expresiones éstas que no sé cuántos ciudadanos del país llegan ahora a comprender.
Como consecuencia de los cambios económicos y sociales, han desaparecido, por ejemplo, los “cupones de cereales”  (粮票) o “cupones de algodón” (布票),  elementos fundamentales en la vida diaria de hace unas décadas atrás. De la misma manera, han surgido palabras y expresiones nuevas como “fin de semana” (周末), “bar” (酒吧), “cafetería” (咖啡厅);  y ahora es algo normal hablar de “descuentos” (折扣) , o “rebajas” (大减价), cosa que, aunque para muchos de los actuales visitantes de los mercadillos chinos parezca extraño, eran conceptos que no existían.
La vida en los 70 era más “comunitaria”. El “¿has comido?” , “¿vas a comer?”, “¿de dónde vienes?”, “¿a dónde vas?”, “¡qué tarde has llegado!” eran expresiones de uso “normal” cuando se encontraban dos conocidos, como ahora lo son el “hola”, “buenos días”, “buenas noches”  o incluso el “byebye” que tiene su propia transcripción china (拜拜)
En lo social también ha desaparecido la palabra “duixian” (对象) literalmente “objetivo”, para referirse a novio o novia. “¿Tienes “objetivo”?”  (*有对象吗?), “buscar “objetivo” (找对象) , eran expresiones muy comunes entonces y que ahora podrían resultar ridículas.
Desde hace años ya se usa con frecuencia  el tratamiento de “señor”, “señora”, “señorita” (algo impensable en los 70) en lugar de “camarada”, palabra que ha quedado limitada a los actos del Partido Comunista,  y que  tiene ahora una nueva acepción, la de “gay”:   existe una literatura, un cine “camaraderil”, si podemos usar esta expresión,  como sinónimo de “gay”.
Tenemos  también palabras que “han retornado” al lenguaje diario pero con otro sentido. Un ejemplo es el caso de tuhao  (土豪definida originalmente como “déspotas locales” por Mao y por las recientes ediciones de diccionarios chinos,  pero que ahora se usa de forma, entre envidiosa y despectiva, como sinónimo de “nuevo rico” o “rico sin cultura”; tanto como sustantivo como adjetivo.
Uno de los mayores cambios en el idioma chino, sin embargo, se produjo como consecuencia del establecimiento de las primeras Zonas Económicas Especiales, cercanas a Hong Kong, Macao y Taiwán y la consecuente llegada de empresarios chinos de esos lugares. Ello originó en mi opinión dos fenómenos muy importantes.
En primer lugar, significó el “regreso” a China continental de los llamados caracteres tradicionales. En los años 50 el gobierno chino simplificó un número importante de caracteres y de trazos en la escritura, creando los llamados caracteres simplificados, mientras que otros territorios chinos no controlados entonces por el gobierno de las República Popular no aplicaron ese sistema y siguieron usando lo que se conoce como “caracteres tradicionales”.
Desde la entrada de inversores de Hong Kong y Taiwan, aunque la escritura oficial en China continental es la de los caracteres simplificados, éstos conviven  –en nombres de tiendas y edificios, en catálogos, en tarjetas de visita y un largo etc.-con los tradicionales. Si Deng Xiaoping habló de “un país, dos sistemas” para referirse a la relación entre China continental y Hong Kong, en el caso de la escritura me atrevería a decir que tenemos “un idioma, dos escrituras”.
El segundo cambio importante fue la introducción en el lenguaje diario, coloquial y oficial en  China continental de palabras típicas de Hong Kong y Taiwan. Así los Edificios de Oficina (办公楼) se convirtieron en “Edificios de Escribir” (写字搂);  las grandes tiendas (“grandes edificios de cientos de productos” o 百货大楼) pasaron a ser “centros de compras” o  购物中心;  los edificios pasaron a ser “torres” o 大厦 (aunque no tengan ni 5 pisos), y así un largo etc. Cambiaron los nombres de cosas como los taxis, autobuses, lavabos,  o el uso de expresiones como “la cuenta,  por favor”.
Por último, fue muy significativo el que se comenzaran a usar siglas del inglés en el lenguaje escrito, para expresiones que ya tenían su definición y se usaban perfectamente en chino. Así, es corriente encontrarse ahora en periódicos de la República Popular con siglas como “GDP”, “CPI”, “IPO” para referirse a definiciones económicas que siempre tuvieron su correspondiente expresión en chino.
Si a todo esto le agregáramos factores como las diferentes formas de hablar entre una generación y otra, o los efectos de la “revolución digital” en las comunicaciones, nos encontraríamos con cambios mucho más profundos entre el idioma chino que se utiliza hoy y el que me tocó empezar a estudiar a mediados de los años 70.
Al mismo tiempo, y como insisto cada vez que me refiero a esa realidad tan complicada que es China, donde nada es completamente blanco o negro, en medio de estos tremendos cambios idiomáticos, hay expresiones que siguen siendo iguales a las de los años de Mao. Así, por ejemplo, los discursos de los líderes son siempre “importantes discursos”; las bienvenidas son siempre “calurosas”; las visitas son en su mayor parte “amistosas”, y las reuniones se inauguran siempre de forma “solemne” y se clausuran de manera “victoriosa”.

Resultado de una charla dada en el Instituto Cervantes de Pekín en el año 2013
Publicado originalmente en "Reflexiones Orientales" en febrero del 2014

27 agosto, 2013

Los “efectos secundarios” de los avances tecnológicos en el idioma chino

El pasado mes de mayo, en una de mis entradas en este blog, reflexionaba sobre el impacto positivo de la tecnología moderna –en especial la informática y la telefonía móvil- en el aprendizaje del idioma chino, así como para su uso en la difusión de conocimientos e información.
También mencionaba al final del artículo que, sin embargo, un aspecto negativo del uso y abuso de las tecnologías modernas era la pérdida de capacidad para escribir a mano.  (Ver “La revolución tecnológica y su impacto sobre el idioma chino” )
Si la “revolución digital” que estamos viviendo ha contribuido y está contribuyendo a facilitar el aprendizaje y uso del idioma más hablado del mundo, así como el acceso a la cultura y a la información para cientos de millones de personas, también hay que ser conscientes de lo que podríamos calificar como sus “efectos secundarios”, principalmente en dos aspectos: los problemas de ortografía entre las nuevas generaciones y los peligros para la caligrafía,  una de las muestras de arte más tradicionales de China.
Recientemente, el China Daily se hacía eco de este fenómeno negativo y se refería a lo que llamaba “amenaza” para los caracteres chinos en la era digital  (Ver artículo).
Veamos en primer lugar el caso de la escritura. En el idioma chino la caligrafía (书法) es un arte, igual de o más importante que la pintura, por ejemplo. Tener una buena caligrafía, siempre utilizando el pincel, y componer poesía, eran virtudes apreciadas y necesarias para destacar en todos los campos de la sociedad.
El mismo Mao Zedong, mientras luchaba contra varios de los legados culturales de la que entonces se llamaba “vieja China”, sin embargo nunca dejó de escribir con pincel, de componer poesía al estilo tradicional chino, y de hacer inscripciones de puño y letra tanto de consignas políticas como de nombres de monumentos, edificios y lugares emblemáticos del país.
Entre sus caligrafías más conocidas y difundidas están los cinco caracteres de la frase “Servir al pueblo” (为人民服务). Cualquier turista que visite Beijing podrá ver aún en la fachada de la Estación de Tren de Beijing (no confundir con las otras nuevas estaciones de tren, como la estación del Norte o la estación del Sur) en el centro de la ciudad, los tres caracteres 北京站 (estación de Beijing) escritos por Mao.
Esa costumbre del fundador de la República Popular fue seguida por algunos de los dirigentes posteriores a su época. El primero fue Hua Guofeng, quien al final de su corta vida política como sucesor de Mao, fue criticado por querer impulsar un nuevo “culto a la personalidad”  y dedicarse precisamente a hacer inscripciones en los lugares que visitaba o inauguraba.
El  considerado como “arquitecto de la reforma china”, Deng Xiaoping fue también muy aficionado a la caligrafía y utilizó algunas de sus inscripciones como arma política para lanzar mensajes tanto para consumo interno como internacional. El hecho de escribir una inscripción en un lugar determinado o sobre un lugar determinado era una muestra de apoyo a ese lugar y a las políticas de ese lugar. Eso ocurrió por ejemplo en 1984 durante su famoso viaje a la Zona Económica Especial de Shenzhen, donde escribió una inscripción que significó un respaldo e impulso a la política china de apertura al exterior.
Los dirigentes de la historia más reciente de China fueron abandonando esa práctica hasta que en el año 2012 el Partido Comunista prohibió expresamente a los miembros del Buró Político hacer ningún tipo de inscripción pública de puño y letra.
Según el citado artículo del China Daily existe preocupación en la Asociación China de Calígrafos de que ese arte desaparezca en medio de la “revolución digital”. Dicha preocupación sería compartida por las autoridades del país y en este sentido el periódico menciona una instrucción del Ministerio de Cultura del año 2011 para que en todas las escuelas primarias de China se den clases de caligrafía una vez a la semana, así como para que cursos similares se den en instituciones superiores de enseñanza. Sin embargo, la falta de profesores estaría imposibilitando la aplicación completa y normal de esa norma.
Como ya indicamos, el otro “efecto secundario” de estos avances tecnológicos es el de los problemas de ortografía. Aquí, podemos encontrar alguna similitud con lo que está pasando con el español, aunque el caso del chino es mucho más grave.
La facilidad para “escribir”, o mejor dicho reflejar en escrito caracteres chinos por medios electrónicos, los correctores automáticos de ortografía, está generando una especie de “analfabetismo parcial” (no sé si el término es el más correcto, pero quiero definir la capacidad para leer y para escribir por medios digitales, pero la incapacidad para escribir a mano) entre las nuevas generaciones chinas que, sin la ayuda de un ordenador o un teléfono móvil, tienen cada vez más dificultades para escribir con un lápiz y un papel y sin faltas de ortografía.
En el idioma chino los problemas son exponencialmente mayores que en el caso del español. Mientras que en la lengua de Cervantes los posibles errores estarían “limitados” a confusiones entre la “v” y la “b”; la “c”, “s” o “z” o el uso de la “h”, en el chino nos encontramos con un idioma sin alfabeto, con un número casi ilimitado de caracteres formados por diversas combinaciones de trazos, cuyo aprendizaje y uso depende casi exclusivamente de la memorización y de un uso periódico.
En mi anterior entrada ya citada, hacía mención a que “Aparte de los innumerables cursos y diccionarios on-line, y de otras herramientas de utilidad,  ahora muchas veces “basta con” reconocerlos caracteres, aunque uno nos lo pueda escribir de memoria. Por ejemplo, para escribir Beijing (北京) basta con escribir su nombre en pinyin (la romanización fonética del chino), o simplemente poner las letras “B” y “J” juntas, y aparece por defecto la palabra北京.”
Por suerte, los teléfonos y tabletas más modernos incluyen la posibilidad de escribir caracteres en la pantalla, y que el dispositivo los reconozca, lo cual permitiría seguir practicando la escritura de caracteres y aprovechando al mismo tiempo las ventajas de la “revolución digital”.
Al mismo tiempo, como indica el China Daily, los padres comienzan a ser conscientes del problema y algunos envían a sus hijos a escuelas de caligrafía.
Así pues, para bien o para mal, los efectos de la “revolución digital” en el idioma y en la cultura china son de una profundidad y complejidad que, por las mismas características de su lengua, sobrepasan de lejos a los que podemos encontrar en el español.
Publicado originalmente en Global Asia

19 junio, 2013

Extranjerismos en el idioma chino; “chinismos” en el español

La prestigiosa publicación “The Economist”, en uno de sus blogs –“Johnson”, dedicado al lenguaje- se preguntaba  hace una semanas por qué, después de más de 35 años de crecimiento y fortalecimiento “astronómico” de China, casi ninguna palabra de su idioma había sido adoptada por el inglés. Me permito recomendar su lectura, a todos aquellos interesados en la lengua más hablada del mundo.(La entrada del blog puede ser consultada en el siguiente link): Blog Johnson – The Economist 
Es un tema para reflexionar. Nosotros nos podríamos preguntar: ¿cuántas palabras chinas han sido “adoptadas” en el español? , ¿cuántas palabras extranjeras encontramos en el idioma chino?
Analizando el caso del inglés, el artículo de la revista británica indicaba que quizás algunas de las muy pocas aportaciones chinas a la lengua de Shakespeare han sido palabras como Kung Fu, Tai Chi, Feng Shui, o más recientemente “guanxi”, aunque francamente creo que sólo las personas muy interesadas y/o relacionadas con China conocen su significado y pueden usar ese vocablo.
Una de las razones de esta falta de palabras chinas en el inglés, analiza el artículo, podría ser el que la apertura y fortalecimiento de China han sido algo “nuevo” y quizás habría que esperar otros veinte años más para encontrar un cambio relevante en la situación.
Para el autor del blog, algo parecido ocurrió con Japón; la influencia y uso de palabras de origen japonés en el inglés comienza sólo después de décadas de desarrollo económico de ese país asiático. Curiosamente, algunas de ellas vienen del chino, como por ejemplo “Tofu”.
La mía no es la opinión de un filólogo o experto en la materia, pero creo, asumiendo el riesgo de equivocarme, que aparte del factor del desarrollo económico, estamos hablando de un fenómeno que se puede aplicar a casi toda Asia, y una de sus causas, aparte de la falta de contactos y conocimiento mutuo entre Occidente y el continente asiático, es también la falta de grandes procesos migratorios  a y desde Asia.
Veamos, por ejemplo, el caso de Corea del Sur, una de las mayores economías del mundo y un país cuyas empresas tienen una fuerte e importante presencia hasta en el último rincón del Planeta, más que China, y me atrevería a decir, más que Japón en la actualidad. Sin embargo, ¿cuántas palabras provenientes del coreano encontramos en Occidente, aparte de los nombres de marcas como Samsung, Daewoo, LG o KIA, por ejemplo?
Con el español tenemos una situación similar al inglés. Hay algunas palabras japonesas muy conocidas, como “tsunami”, por ejemplo;  otras menos en chino y prácticamente ninguna en coreano, vietnamita o muchos de los otros idiomas de la región.
Entre algunas de las palabras provenientes del chino, encontramos por ejemplo, charol, tofu, feng shui, kung fu, ginseng , lichis o tofu. También tenemos otras que no son extranjerismos, pero que tienen que ver con China, como por ejemplo “Maoísmo”, “Confucianismo”, “mandarines” o “Pekinés”.
Más que un motivo económico, considero que se trata más bien de un tema cultural, histórico y sociológico.
Es interesante, a su vez, ver cómo en el idioma chino, a diferencia del japonés, los extranjerismos son también muy pocos. En este caso, aparte de los factores culturales, históricos y sociológicos, existen motivos idiomáticos.
El chino es un idioma que, sin alfabeto, puede asumir con relativa “facilidad” palabras/ideas/conceptos extranjeros y transformarlos a través de sus caracteres o ideogramas a su vocabulario,  a diferencia del español donde  estamos muy influenciados por el inglés, en especial en lo que tiene que ver con palabras relacionadas con la tecnología moderna.
Por ejemplo, un “móvil” o “celular”, es en China un “teléfono de mano (” 手机”), un SMS es un “mensaje corto” (短信), un ordenador  o computadora es un “cerebro electrónico” (电脑), o un avión una “máquina voladora” (飞机).
Los pocos extranjerismos que vemos en el chino, vienen por ejemplo de alimentos  (“chocolate”, “café”) cuyo significado es casi imposible de transformar en una idea;  de aparatos/equipos como “moto”; o de temas culturales como “tango”.
Un caso interesante es el de las siglas. Por ejemplo, el chino siempre ha tenido traducciones “fáciles”  para organismos internacionales (como FMI), o conceptos como Producto Interior Bruto (PIB), Índice General de Precios (IPC), u otros.
En los últimos años, sin embargo, y en el proceso de “extranjerización”/”occidentalización” de  la sociedad china, vemos cada vez con mayor frecuencia el uso de siglas en inglés con IMF (para Fondo Monetario Internacional), GDP (para Producto Interior Bruto), o CPI (Índice de Precios al Consumo).
Mucha gente, en especial aquellos de mediana edad o más veteranos, no entiende ni está de acuerdo con el uso de esas siglas, cuando en el chino siempre han existido palabras para definirlas claramente.
No soy de los que creen que en las próximas décadas el desarrollo de China estimulará el uso de sus vocablos en idiomas como el español. Sí es verdad, que al igual que en caso de Corea del Sur, y en menor medida de Japón, cada vez nos acostumbraremos más a palabras como “Huawei” o “Haier”, marcas chinas de productos con una presencia cada vez más global.
Publicado originalmente en Global Asia

29 mayo, 2013

La revolución tecnológica y su impacto sobre el idioma chino

Ahora que el idioma chino está tan de moda en el mundo, creo que vale la pena reflexionar sobre las grandes ventajas e influencia que la tecnología moderna, en especial la informática, han tenido en los últimos años para la difusión y facilitación de su aprendizaje, tanto dentro como fuera de China.
Si la informática, internet y la telefonía móvil han favorecido a nivel global las comunicaciones, facilitando y acelerando la transmisión de información y conocimientos, en el caso del idioma chino las ventajas han sido y son inmensamente mayores y más profundas en relación con las que están teniendo lugar en el mundo occidental.
La razón es muy sencilla: el idioma chino no tiene un alfabeto y por ello su aprendizaje, en particular su escritura, siempre ha dependido de la memorización. Esta característica además impedía la existencia de máquinas de escribir personales, por lo que hasta no hace muchos años todo tenía que escribirse y corregirse a mano, antes de ser entregado a las imprentas o máquinas de escribir profesionales de las universidades, oficinas y demás centros de trabajo.
Hasta prácticamente los años 90 del siglo XX la no existencia de máquinas de escribir personales en chino, y de medios adecuados de comunicaciones, ralentizaba toda la creación literaria y científica, y dificultaba enormemente su difusión.
Mientras que en los años 70 u 80 no era raro que un estudiante en Occidente tuviese acceso a una máquina de escribir portátil, en mi caso tuve que estudiar durante siete años mis dos carreras en China escribiendo todo a mano.
Las dificultades del idioma chino, en especial de su escritura, fueron consideradas desde principios del siglo XX por algunos intelectuales como una de las causas del atraso y la debilidad del país asiático, y una de las mayores trabas para su modernización. Incluso se llegó a plantear la desaparición de los caracteres.
Entre los años 1910 y 1920, surge un movimiento intelectual que propugna la sustitución del  chino tradicional escrito por una lengua “popular” o “vernácula”  (llamada  “baihua” 白话). El representante más destacado de este movimiento es el escritor Lu Xun, (鲁迅) quien en 1918 publica “El diario de un loco” (狂人日记), considerada como la obra representativa de esa reforma lingüística.
Tras la fundación de la República Popular China en 1949, el nuevo gobierno se enfrentó a la gigantesca tarea de alfabetizar y educar a una población de millones de habitantes, en su mayoría residentes en zonas rurales. A mediados de los años 50 se crea un Comité de “sabios” que sugiere y promueve la simplificación de unos cientos de caracteres, mediante la reducción del número de trazos de los mismos. Solo como un ejemplo veamos el ideograma “país”: en su versión tradicional  國, tiene once trazos, y en su versión simplificada 国 sólo siete.
Esta medida facilitó el aprendizaje, la lectura y escritura del idioma chino, aunque fue criticada por los más “puristas”. De hecho, la escritura simplificada se usa solamente en la llamada parte continental de China, mientas que la escritura tradicional aún se continúa empleando en Hong Kong, Taiwán, Singapur y otras regiones con grandes colonias chinas.
No fue hasta la llegada del fax, a finales de los años 80, que se pudo transmitir y recibir caracteres chinos al mismo tiempo, sin ningún proceso de cambio, entre dos puntos diferentes. El fax fue un salto cualitativo muy importante en las comunicaciones  ya que los sistemas anteriores de transmisión de datos (telegramas o telex) necesitaban de un código de conversión para la transmisión y recepción de cada ideograma.
La verdadera “revolución”, sin embargo, comienza con el gran desarrollo y avance de la informática y más tarde de Internet y la telefonía móvil. Por primera vez en China cualquier persona con conocimientos mínimos y elementales de informática puede empezar a escribir en chino con un teclado “normal”, utilizar cualquiera de los programas y aplicaciones disponibles en otros idiomas, y por lo tanto crear, distribuir, guardar, tener acceso a información, contactar, dialogar, etc., etc.
El éxito fue tan grande que China es actualmente uno de los países del mundo con mayores facilidades técnicas para todo lo relacionado con informática, internet y telefonía móvil.
Estos avances tecnológicos han facilitado de manera destacada el aprendizaje de chino entre los extranjeros, por lo menos en cuanto a escritura se refiere.
Aparte de los innumerables cursos y diccionarios on-line, y de otras herramientas de utilidad,  ahora muchas veces “basta con” reconocer los caracteres, aunque uno nos lo pueda escribir de memoria. Por ejemplo, para escribir Beijing (北京) basta con escribir su nombre en pinyin (la romanización fonética del chino), o simplemente poner las letras “B” y “J” juntas, y aparece por defecto la palabra北京.
El uso o abuso de estos sistemas electrónicos de escritura tienen como aspecto negativo, sin embargo, la pérdida de capacidad para escribir a mano. En todo caso, está claro que los avances tecnológicos y su influencia en el idioma chino, han sido también una de las claves del espectacular desarrollo que está experimentando China.
Publicado originalmente en Global Asia