El próximo martes 31 de marzo vence el plazo para aquellos países que quieran adherirse como estados fundadores del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (más conocido por sus siglas en inglés AIIB-Asian Infraestructure Investment Bank) una iniciativa del gobierno de China que desde el principio se ha chocado con la oposición de los Estados Unidos.
La Casa Blanca ve con preocupación el nacimiento de esta nueva institución financiera multilateral y la considera un peligroso "rival" de otros organismos como el Banco Asiático de Desarrollo o el Fondo Monetario Internacional más controlados por Washington. La oposición del gobierno norteamericano al AIIB ha sido pública, lo mismo que sus llamamientos a sus principales aliados para que no se adhieran al mismo.
Por eso mismo, el disgusto de la Administración Obama ha sido mayúsculo cuando el Reino Unido, principal aliado de los Estados Unidos en Europa Occidental, tomó la iniciativa de ser el primer país de Europa en anunciar su ingreso al AIIB.
De forma casi inmediata, y conscientes de que "el que pega primero pega doble", Alemania, Francia e Italia no tardaron en seguir los pasos de Londres, ante la preocupación creciente de los Estados Unidos.
Por si esto fuera poco, algunos aliados de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico -como Corea del Sur, Japón o Australia- ya han confirmado su entrada al AIIB o manifestado su deseo de hacerlo.
En Europa occidental, Luxemburgo y Austria acaban también de hacer público su ingreso al Banco que oficialmente se estableció en junio del 2014 en la capital china.
Muchos se preguntan ¿dónde está España en esta jugada de ajedrez geo-política, económica y diplomática en la cual aún no ha movido ficha?
¿Acaso España ha cedido a las presiones de los Estados Unidos, cosa que por cierto no han hecho los principales aliados de Washington en Europa Occidental?
Aún quedan unos pocos días para que España pueda entrar al AIIB, aunque, en caso de que se concrete su adhesión, ya será demasiado tarde y habrá quedado descolgada del pelotón principal encabezado por el Reino Unido.
¿Será España "más papista que el Papa" y se convertirá en uno de los pocos países "de peso" en la Unión Europa que han seguido las indicaciones del gobierno de Washington?
Cualquiera de esos dos escenarios no son muy favorables para el desarrollo futuro de las relaciones hispano-chinas.
Existe, sin embargo, un escenario aún peor y es que Estados Unidos, viendo la imposibilidad de frenar el desarrollo del AIIB, decida al final adherirse al mismo, con lo cual la posición de España quedaría aún más en ridículo,
Pase lo que pase, lo sabremos antes del miércoles de la próxima semana.
Los habitantes de lo que ahora es la República Oriental del Uruguay fueron y son conocidos también como “orientales”. Este oriental, después de 17 años de vida en Uruguay y Argentina, aterrizó en China en 1975 y desde entonces sigue relacionado a ese “otro” Oriente, donde residió casi un cuarto de siglo y al que sigue vinculado activamente. Esta página pretende reflexionar, contar, compartir pensamientos, historias y experiencias de China, de ayer y del presente.
26 marzo, 2015
06 marzo, 2015
Reflexionando sobre la Asamblea Popular Nacional
Una vez más, y como todos los años desde hace décadas, entramos
en China en el mes de marzo, recién pasado el año nuevo lunar, con la
celebración de lo que llaman “las dos reuniones”: la de la Asamblea Popular
Nacional (APN o Parlamento, que tiene carácter legislativo) y la Asamblea del
Consejo Consultivo Político del Pueblo Chino (una especie de “parlamento” paralelo no legislativo, cuyos integrantes dan sus opiniones y sugerencias sobre diversos aspectos de la vida
política, económica, social y cultural de la República Popular.)
Marzo es pues uno de los meses más importantes para los
seguidores de la actualidad de China. Otras fechas relevantes en el calendario
político del país son el mes de agosto –cuando los principales líderes se reúnen
en el balneario de Beidaihe-, o las semanas previas al 1 de Octubre cuando
generalmente se celebra la Sesión Plenaria del Comité Central del Partido
Comunista, reuniones que se pueden repetir en diciembre.
En la Sesión anual de la APN se fijan las principales metas
para el desarrollo económico de China: crecimiento del PIB, inflación, tasa de
paro, comercio exterior, inversiones, etc.
Una característica muy interesante de estas reuniones es que
durante los días de su celebración los delegados y los diferentes medios de prensa
tratan sobre diversos aspectos de la vida del país (desde la
política demográfica hasta la educación, desde los problemas de tráfico hasta
la polución; desde el deporte hasta la literatura y el arte; desde las
relaciones internacionales hasta la defensa nacional.)
Para un observador extranjero que tenga capacidad de seguir
la prensa local, esta es una excelente oportunidad para ponerse al día en casi todo lo relacionado con el país más poblado del mundo.
Leyendo entre líneas, viendo los gestos, las comparecencias
de los diferentes políticos –dónde, con quién, cómo- y la no comparecencia de
otros, se puede también llegar a conclusiones sobre cómo están las cosas y
cuáles serán las tendencias en el futuro cercano.
Viento estos días la televisión, escuchando la radio y
leyendo la prensa “descubro” que, en muchos aspectos, casi todo sigue siendo igual
que en los últimos 40 años que llevo relacionado con China.
El escenario de las reuniones es el mismo de siempre (el
“Gran Palacio del Pueblo”) y la “liturgia” no ha cambiado para nada. Los mismos
decorados con el mismo tipo de carteles; la misma música cuando los máximos
dirigentes hacen su entrada en el estrado presidencial; los mismos carteles con
sus nombres –en tarjetas de color rosa-; las mismas tazas blancas de té; los mismos lápices para tomar notas; las mismas palabras (solemnemente, exitosamente, concienzudamente, profundamente…); las
mismas imágenes en la televisión de los dirigentes chinos en riguroso orden jerárquico; los mismos hoteles donde se alojan los delegados … y un
largo etcétera.
Si no fuera porque los dirigentes han cambiado, como también
ha cambiado su forma de vestir, esta sesión plenaria de la APN, la XIIª desde
la fundación de la República Popular, mantiene las mismas formas que la de la IVª
sesión, celebrada en 1975 y en la cual Zhou Enlai hizo un llamamiento para alcanzar “las
cuatro modernizaciones” de China.
La cobertura de esta Sesión Plenaria por parte de la prensa
internacional sigue siendo también prácticamente la misma de las últimas
décadas. Se repite la foto de un soldado chino delante del retrato de Mao, la
panorámica del Gran Palacio del Pueblo con su estrado presidencial y los titulares
alarmistas sobre el gasto de defensa y sobre las perspectivas económicas. En este último caso, cuando el PIB crece “mucho” se destaca el peligro de un “calentamiento”
de la economía; y cuando el crecimiento es menor, como este año, se oyen voces
de alarma ante el “enfriamiento”. En ambos casos siempre se trata de escenarios
“inquietantes” para el mundo.
En ese entorno tan rígido de “las dos reuniones”, el cambio más
destacado este año es el uso de las redes sociales para que por un lado el
gobierno, y por el otro los ciudadanos, opinen sobre los temas que se están
tratando. La televisión y los periódicos publican las opiniones que van
apareciendo en las redes chinas e incluso se ha abierto la posibilidad de hacer
llegar al Primer Ministro Li Keqiang opiniones y sugerencias a través de una
iniciativa que se llama “si tienes un problema, pregúntale al Primer Ministro”.
En fin, como tantas cosas de China, casi todo ha cambiado; casi
todo sigue igual.
12 febrero, 2015
China: fútbol, dinero y tradiciones
Los recientes movimientos de la empresa china Wanda,
comprando el 20 % del Atlético de Madrid y adquiriendo cerca del 70 % de las
acciones de Infront –la empresa suiza dedicada a la distribución de los
derechos de transmisión de la Copa del Mundo de fútbol- han vuelto a poner de
relieve el extremo interés de la República Popular por mejorar su posición en
el mapa futbolístico mundial.
Desde hace décadas la creciente pasión y el entusiasmo por
el fútbol en China es directamente proporcional a la frustración y rabia de la
población del país por no tener a su selección nacional entre las mejores del
mundo.
Ese deseo de mejorar la posición del fútbol chino en el
mundo existe de forma generalizada desde el ciudadano de la calle hasta el
mismo Presidente de la República. En efecto Xi Jinping tiene entre sus metas
del “sueño chino” el conseguir que la República Popular se clasifique para un Mundial, que
pueda organizar un Mundial y, por último, que pueda ganarlo.
Para ello, desde hace ya muchos años, las autoridades,
organismos oficiales y empresas del país han destinado no pocos recursos,
enviando a niños al exterior, contratando a entrenadores y jugadores
extranjeros para jugar en su país, o llegando a acuerdos con clubes de fama mundial para la creación de escuelas de fútbol.
Dos elementos rodean este tema: el demográfico y el
político-económico. Siendo el país más poblado de la tierra, en China no se
entiende cómo entre tantos millones de habitantes no son capaces de encontrar once buenos jugadores de fútbol. Al mismo tiempo, a medida que crece el poderío
político y económico de la República Popular en el mundo, se considera “lógico”
que el país deba figurar entre las primeras potencias del llamado deporte-rey.
Desde hace ya casi cuarenta años no dejo de escuchar en
China la pregunta de cómo un país como Uruguay, con una población más pequeña
que la de un barrio de Beijing, haya sido tantas veces campeón del mundo, esté
en los primeros lugares del ranking mundial de la FIFA y aporte tanto jugadores
al fútbol profesional de primer nivel en Europa.
Algo parecido lo vemos en el caso de los países ricos del
mundo árabe y del Golfo, donde existe una gran afición por el fútbol y donde se
invierten millones de petrodólares en el sector.
No soy un experto en fútbol, pero como dice Eduardo Galeano
que “los uruguayos nacemos gritando gol”, y “no hay ningún uruguayo que no se
considere doctor en tácticas y estrategias del fútbol” (*) me permito estas
reflexiones sobre el fútbol chino y sus deseos de grandeza.
Es verdad que el fútbol de ahora se ha convertido en un gran
negocio que mueve millones, y que prácticamente todo –pero no todo- gira en el
fútbol alrededor del dinero. Por suerte, hay algo que se llama tradición,
historia, “picaresca”, “garra” y que todo el dinero del mundo no puede comprar.
Si me permiten la comparación, es como la música o la
gastronomía, por citar algunos ejemplos. El mejor tango lo tenemos en el Rio de
la Plata, maestros como Paco de Lucía nacen y se crían en Andalucía, las
mejores paellas se comen en el mediterráneo español, y los mejores patos de
Pekín o dim-sun los tenemos en China.
Gracias a esa tradición, a ese verdadero fervor por el
fútbol, niños y jóvenes de países pequeños y en algunos casos pobres, que
juegan todos los días en las calles, en las playas, muchas veces descalzos y
otras “por el amor a la camiseta” sin recibir nada a cambio, es que países como
Uruguay, gran parte de América Latina, África y parte de la Europa menos rica –Italia,
España, Portugal- son capaces de generar estrellas y estar a la cabeza del
fútbol mundial.
Ojalá que China pueda progresar en el mundo del fútbol y que
alguna vez yo pueda ver en las calles y parques de Beijing y otras ciudades del
país, a niños jugando al fútbol –entre ellos, con sus padres- cosa que hasta
ahora no he visto.
Mientras tanto, y a pesar de todo el dinero que se mueve, el "arte" del fútbol creo y espero que siga manteniendo un poco de tradición, que permita hacer soñar a los "chicos", que haga ilusionar, y que produzca "milagros" como por ejemplo el de Costa Rica en el último Mundial.
(*) Eduardo Galeano. "El fútbol a sol y sombra". Siglo XXI
30 enero, 2015
Estudiantes en la China de los años 70: Presidentes, Embajadores, Ministros, Periodistas y algo más. El caso de Jaime FlorCruz
Las universidades de Qinghua (Tsinghua) y de Beijing (Beida)
fueron en los años 70 cuna de no sólo los recientes y actuales principales dirigentes de la República
Popular –como Xi Jinping o Li Keqiang- sino también de una generación de
estudiantes extranjeros de la que salieron Jefes de Estado, Ministros,
Embajadores y periodistas que han tenido y tienen un papel destacado en
diversos campos de la vida.
Uno de esos casos es el del filipino Jaime FlorCruz (a quien
llamábamos "Jimmy") que desarrolló una destacada labor como corresponsal
extranjero en Beijing y que, después de 34 años dedicado al periodismo se ha
retirado el pasado 31 de diciembre como Director de CNN en China .
Tuve la suerte de conocer a Jimmy en 1975, cuando entré al
Instituto de Lenguas de Beijing. Viniendo él de Filipinas, podíamos
intercambiar muchas frases en español, y además compartíamos la afición por la
guitarra. Eso hizo que el pequeño grupo de hispanoparlantes que estábamos
entonces, lo consideráramos un amigo especial.
Posteriormente él pasó a estudiar en la Universidad de
Beijing (Beida), donde coincidió con el actual Primer Ministro Li Keqiang y
donde muchos de sus compañeros de clase o de Universidad fueron luego figuras destacadas del gobierno, entre ellos el actualmente “caído en
desgracia” Bo Xilai.
En mi caso –al igual que el venezolano Victor Ochoa- entré
en Qinghua, la Universidad donde estudió el actual Presidente Xi Jinping.
Jimmy había llegado a China en el año 1971, a la edad de 20
años, en principio por un viaje de unas semanas con un grupo de jóvenes
filipinos, pero luego no pudo regresar a su país de origen por razones
políticas del entonces gobierno de Manila.
En sus primeros años en China trabajó en el campo en la Provincia de
Hunan, y cuando las universidades del país se reabren en la última fase de la Revolución
Cultural comienza su carrera como estudiante. Tras graduarse en Beida, empieza a trabajar para la revista TIME en
1982, y a partir del año 2000 en la CNN. De sus 43 años en China dedicó 34 al
periodismo, lo que le convierte en el corresponsal extranjero que más años ha
trabajado en la República Popular.
Fue testigo directo y privilegiado de la apasionante historia de la China de los
últimos 43 años, y desde su posición como periodista, de muchos de los grandes
acontecimientos que han tenido lugar en el país y que tuvieron trascendencia en
la historia mundial.
Como uno de los pocos verdaderos buenos conocedores de China, es
muy modesto y equilibrado en sus enfoques, y trata de ver los temas del país desde una visión amplia, histórica, teniendo en cuenta tanto “la gran política”
como los detalles más insignificantes de la vida diaria de sus habitantes.
“China is not this
perfect, romanticized country, and nor is the big, bad villain some make it out
to be” ha indicado al “China Daily” en un reciente artículo dedicado a su
trayectoria.
En el momento de su jubilación, CNN le dedicó también un
artículo-homenaje en su página web.
Quería compartir este homenaje a Jimmy desde estas
Reflexiones Orientales, incluyendo las notas de CNN y del China Daily, y
desearle lo mejor en lo personal y profesional.
Salud Jimmy!
12 enero, 2015
EL PAIS descubre América, EL PAIS descubre China
Días atrás reflexionaba sobre las relaciones
China-España-América Latina con motivo de la ceremonia de toma de posesión de
la Presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, a la cual asistió el Vicepresidente de China, mientras que desde
Madrid el gobierno español no envió a ningún representante. (Ver entrada aquí)
Hoy el diario español EL PAIS publica un editorial titulado
“China hace las Américas“, (Editorial de EL PAIS) que hace referencia a la reciente celebración en
Beijing de una cumbre entre la República Popular y los países que forman la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), sobre el cual me
gustaría hacer las siguientes reflexiones:
1. Dice EL PAIS que “China ha decidido desembarcar en
Latinoamérica de manera abrumadora” como si se tratara de algo
nuevo. En realidad, China ya está presente de manera muy significativa en
América Latina desde hace muchos años. EL PAIS tendrá mejor información que yo
para mostrar que desde hace ya mucho tiempo el gigante asiático –al cual
califica como “la última potencia
comunista del planeta”…..- es, en unos casos el principal, y en otros, uno
de los principales socios comerciales y/o inversores en los países de América
Latina. Los anuncios de un aumento de la inversión y del comercio bilateral son
por lo tanto consecuencia lógica de un dilatado proceso.
2. Dice EL PAIS que “el presidente chino, Xi Jinping, ha
sido recibido por sus pares”. Es importante destacar que la cumbre tuvo
lugar en Beijing, y por lo tanto fue el Presidente chino quien recibió a los
representantes de los países Latinoamericanos y del Caribe. No es un detalle
insignificante. China y su Presidente fueron los anfitriones de la cumbre, y el
Presidente Xi fue quien recibió “en su casa” a los líderes que se desplazaron
al país asiático.
3.
EL PAÍS incluso habla de “modelos” –económicos,
pero también políticos y sociales- de las sociedades democráticas, que “deberían
seguir” los países latinoamericanos, y éste sería un factor que España debería “hacer
valer”. O sea que América Latina, por el hecho de estrechar sus lazos
económicos con China caería bajo la influencia de “la última potencia comunista
del planeta”. Con esta misma lógica, ni Estados Unidos ni la Unión Europea
deberían fortalecer sus relaciones económicas y comerciales con China.
Creo que los países latinoamericanos ya son suficientemente mayores y maduros como para que se les
pida seguir modelos que, por otra parte, EL PAIS no pide a muchos países
geográficamente más cercanos a España.
4.
Por último, EL PAIS subtitula y destaca que “España
no debe ser un mero espectador” del “desembarco” chino en América Latina. Lo
que no dice es qué debería ser España, y qué podría ser y hacer España.
Hasta ahora, y me temo que en el
futuro cada vez más, España no puede más que ser un espectador pasivo de este
proceso. Es más, en los pocos casos en los cuales podría tener un papel más
destacado, no lo hace. La mejor prueba de ello fue la representación española
en la ceremonia de posesión de la Presidenta de Brasil, quien, acompañada por
la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno de todo el continente fueron
testigos de cómo el Vicepresidente de China fue la personalidad de mayor rango
fuera de la región. El mismo diario EL PAIS opinó entonces sobre este tema, refiriéndose a la “lamentable
infrarrepresentación de España en la toma de posesión de Dilma Rousseff"
05 enero, 2015
Representación española en toma de posesión de Presidenta de Brasil - Una vez más sobre la famosa "triangulación"
Con todos los respetos nunca he estado a favor de la teoría de la "triangulación" según la cual España sería la "puerta" ideal para que países como China y otros de la región Asia-Pacífico entren a América Latina.
Esta teoría se repite continuamente en declaraciones oficiales del gobierno español, instituciones gubernamentales, y se escucha y lee con frecuencia en España en muchos seminarios organizados por diversas instituciones, así como en artículos y trabajos sobre el tema.
Los hechos han demostrado desde hace ya muchos años que países como China, Japón, India, Corea o Australia, entre otros, pueden establecer fuertes lazos políticos, económicos y culturales directamente con América Latina sin necesidad de "pasar por España".
En todo caso, respeto a los defensores de esa teoría de la "triangulación", y creo que lo más lógico sería que la "defendieran" con hechos concretos. Sin embargo, el reciente acto de la ceremonia de toma de posesión de Dilma Rousseff como Presidenta de Brasil, es un ejemplo de que las supuestas excelentes relaciones y lazos especiales entre España y América Latina suenan a palabras huecas.
La China a la cual España se ofrece como "puerta" para América Latina, envió como representante a la ceremonia a su Vice Presidente de la República, mientras que España limitó su representación a la de su Embajador en Brasilia.
No soy un experto en relaciones internacionales, pero supongo que en el Gobierno de España no existe mucha simpatía con Brasil después de que éste no apoyara su ingreso como miembro no-permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Estados Unidos no ha tenido tampoco relaciones fáciles con el gobierno brasileño, y precisamente por ésto y como muestra de voluntad para mejorarlas, también -al igual que China- envió a su Vice Presidente como representante al acto.
Es justo destacar que gran parte de la prensa española ha criticado la decisión del gobierno español, llegando en algún caso a calificarla de "lamentable infrarrepresentación de España en la toma de posesión de Dilma Rousseff" (EL PAIS).
Como ya son muchos los años que llevo observando y reflexionando sobre éste y otros temas relacionados con China, estoy convencido de que no pasará mucho tiempo antes de volver a leer y/o escuchar nuevas declaraciones a favor de esta famosa "triangulación".
Como ya son muchos los años que llevo observando y reflexionando sobre éste y otros temas relacionados con China, estoy convencido de que no pasará mucho tiempo antes de volver a leer y/o escuchar nuevas declaraciones a favor de esta famosa "triangulación".
18 diciembre, 2014
Chile, el idioma chino, y una excelente iniciativa. "El sur también existe"
En estos tiempos de tanta mediocridad, de recortes y falta de interés en la educación y la cultura, leo con alegría que Chile dará 15.000 becas a jóvenes de entre 15 y 19 años para aprender chino. Es verdaderamente una excelente noticia y un soplo de aire fresco -en medio de un aire tan viciado- que honra a Chile y a todos los que están detrás de esta iniciativa.
Según lo que he podido leer, se trata de un proyecto - llamado Conoce y emprende con China- del organismo de servicio público Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) junto con la ONG Cruzando el Pacífico y que incluirá cursos enfocados al idioma, cultura y los negocios relacionados con el país asiático.
Al anunciar el lanzamiento de este programa, los organizadores destacaron que China es el principal socio comercial de Chile, y resaltaron la importancia de que miles de jóvenes chilenos tengan la oportunidad de "derribar barreras" y puedan acercarse más al gigante asiático.
Creo que muchos coincidirán en que esta medida es un ejemplo de trabajo serio, de mentalidad de futuro y de visión a largo plazo. Son muchos los discursos y declaraciones que vemos con frecuencia en nuestro mundo de habla hispana sobre la importancia de China y de conocer y acercarse al gigante asiático, pero que lamentablemente muchas veces se quedan en eso, sólo palabras o acciones puntuales y limitadas, sin planes ni recursos económicos para alcanzar ese objetivo.
Es verdad que existen también iniciativas encomiables en otros países de habla hispana para acercarse al "mundo chino", pero que muchas veces salen adelante sólo gracias a meritorios esfuerzos y sacrificios, muchas veces personales y casi altruistas, que no son suficientemente reconocidos ni respaldados económicamente por planes serios y con una mentalidad de futuro.
Así que enhorabuena a Chile por esta medida que seguramente será vista con envidia sana en otros países que hablan español, y que, ojalá me equivoque, lamentablemente no tendrá la repercusión que se merece.
Como en otros tanto temas, y como decía mi compatriota Benedetti, una vez más "el sur también existe"
.
08 diciembre, 2014
Reflexiones sobre el "guanxi" en China
Yuangfang Magazine acaba de sacar el primer número de su revista, y han tenido la amabilidad de invitarme a participar con un artículo que he titulado Reflexiones "a contracorriente" sobre el "guanxi" en China.
Sin pretender desmentir ni negar la importancia que el guanxi tiene para los negocios y la vida en general en China y gran parte de Asia, en el artículo reflexiono sobre algunos de los mitos que existen sobre este fenómeno, uno de los más nombrados a la hora de escribir o hablar sobre la República Popular.
Por ello lo llamo "Reflexiones 'a contracorriente'" ya que intento destacar los aspectos menos mencionados del guanxi: ¿es el guanxi la herramienta mágica para hacer negocios en China? ¿teniendo un guanxi adecuado se puede triunfar en China? ¿tiene o no el guanxi efectos secundarios negativos?
30 noviembre, 2014
Días de radio en Beijing
Recuerdo con nostalgia la importancia que tenía la radio para muchos de los extranjeros que vivíamos en China en los años 70 y 80.
Entre los detalles de la vida cotidiana de esa época en Beijing estaba el de la falta de información periódica y actualizada sobre lo que pasaba en el exterior y en nuestros países, en un mundo sin Internet, sin cadenas de televisión extranjeras, en unos años en que China sí estaba de verdad muy lejos de “nuestro mundo”.
Entre los detalles de la vida cotidiana de esa época en Beijing estaba el de la falta de información periódica y actualizada sobre lo que pasaba en el exterior y en nuestros países, en un mundo sin Internet, sin cadenas de televisión extranjeras, en unos años en que China sí estaba de verdad muy lejos de “nuestro mundo”.
La radio en onda corta –no sé verdaderamente si la juventud en la actualidad sabe a lo que me estoy refiriendo ya que ahora casi todos los dispositivos electrónicos sólo traen FM, y hasta la AM es a veces difícil de escuchar- jugaba pues un papel fundamental en nuestras vidas.
Eran, parafraseando a Woddy Allen, verdaderamente “Días de Radio”, aunque treinta años más tarde de la época que refleja la película.
Recién llegados a China en 1975 compramos una radio de mesa, que tardaba algunos segundos en calentarse y empezar a funcionar, con la cual como máximo podíamos escuchar las audiciones en español de “Radio Pekin” (“Aquí Radio Pekín”, “Aquí Radio Pekín”, era el anuncio que, intercalado con la música de “El Este es Rojo” se emitía antes de comenzar las transmisiones).
Aparte de las noticias relacionadas con las actividades diplomáticas de los dirigentes del país –ya entonces China recibía semanalmente a Jefes de Estado, de Gobierno y personalidades internacionales- sólo nos enterábamos de los incrementos en la producción agrícola e industrial y de las batallas ideológicas, por ejemplo, contra “los vientos derechistas que pretenden revocar los veredictos”, y de lo cual en el fondo no entendíamos nada.
Aunque se podían comprar en Beijing aparatos de radio con onda corta, lo máximo que se llegaba a escuchar eran las audiciones en español de Radio Pyongyang, donde nos contaban cómo las gallinas de una granja determinada de Corea del Norte había incrementado su producción de huevos tras una visita de inspección del llamado Gran Líder, Kim Il-sung.
Una de las “joyas” más apreciadas era entonces tener una buena radio con onda corta, y a la mínima oportunidad que alguien viajó a Hong Kong, le encargamos una Sony de varias bandas.
Ya con la radio de onda corta en nuestras manos, comenzaba la nada fácil tarea de encontrar emisiones de radios extranjeras en español –nuestro nivel de inglés o francés no daba como para escuchar en otros idiomas- o, como se diría ahora, “navegar” en las ondas.
El reto era encontrar la sintonía y la hora en que esas radios transmitían en español, ya que casi ninguna tenía emisiones las 24 horas del día.
Aparte de las ya mencionadas Radio Pekín y Radio Pyongyang, la que le seguía en potencia y facilidad para sintonizar era Radio Moscú en español que, en esos tiempos de mediados de los años 70, aparte de la guerra fría con Estados Unidos y Occidente, dedicaba la mayor parte de sus audiciones a hablar de la Dictadura de Pinochet (nos parecía bien y nos gustaba escuchar a Quilapayún y a los Inti-Illimani, pero nos daba la impresión de que para Radio Moscú entonces no había otras dictaduras en América Latina)
Lo más “cercano” a lo nuestro que podíamos encontrar en español eran audiciones de Radio France Internacional, Radio Netherlands –por cierto en mi opinión una de las mejores-, la radio de El Vaticano y finalmente Radio Exterior de España. Esta última estaba más “enfocada” hacia Filipinas y no era muy fácil de sintonizar en la capital china.
El gran problema era, aparte de “encontrar” la audición de radio, lograr obtener la mejor calidad posible de sonido.
Eso requería varias cosas. En primer lugar una mano de cirujano capaz de mover el dial con la suficiente precisión para sintonizar y mantener en línea la emisora deseada (más tarde, este problema fue solucionado con la aparición de las radios digitales). Las emisiones de diferentes radios se mezclaban, se “juntaban”, y uno podía estar escuchando Radio France en español con el fondo de una radio alemana.
Al mismo tiempo, había que mover la radio y su antena para obtener el mejor sonido; así como encontrar el mejor lugar de la casa donde escucharla. Había que sentarse a escuchar la radio, tocarla, moverla, manejar la antena, y por eso ni pensar en escuchar la radio en la cama, mientras se cocinaba o menos aún caminando, en bicicleta o en el autobús, como en la actualidad.
También teníamos que buscar formas de evitar las interferencias de los motores –imposible escuchar onda corta en una cocina- de los muros, o intentar incrementar la potencia de la antena atándole a ésta un cable de cobre que luego se unía a los radiadores de la calefacción o se colgaba de la ventana.
Las estaciones del año y el clima también influían en la recepción de las emisiones. Había algunas radios que se escuchaban mejor, o que sólo se escuchaban bien en determinadas estaciones del año. Tampoco era lo mismo escuchar la radio un día de nieve o un día de tormenta de verano.
Cuando en verano íbamos a la playa de Beidaihe, a unas horas en tren de Beijing, era –para los amantes de la onda corta- como llegar al paraíso, ya que el estar al lado del mar facilitaba la recepción de las ondas.
Los extranjeros compartíamos nuestros “descubrimientos” de nuevas emisiones, así como las noticias del mundo que cada uno iba obteniendo. Así vivimos y así seguimos durante muchos años acontecimientos importantes de mundo y de China.
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Radio Sony Digital usada en la década de los 80. El modelo anterior -que usamos en los 70- era analógico. Estaba consideraba una de los "joyas" para los aficionados a la radio en China. |
Aún recuerdo, por ejemplo, el haber seguido el intento de Golpe de Estado en España el 24 de febrero de 1981 de mañana, (23 de febrero por la noche en Madrid) a través de Radio Exterior, con una radio casera y una antena de hilo de cobre en el dormitorio para estudiantes extranjeros de la universidad de Qinghua, o los acontecimientos de la plaza de Tiananmen en junio de 1989, ya con una Sony Digital, a través de las emisiones en inglés de la BBC en el edifico de la Oficina Comercial de España. Eso sí, teníamos que pegar la radio a la ventana, ya que estábamos en el primer piso de un edificio alto, rodeado de muchas edificaciones.
En estas “reflexiones radiales” me gustaría recordar a Marcelino Blanes, de Radio Televisión Española (RTVE) quien llegó a la capital china en junio de 1988 para trabajar en Radio Pekín, al tiempo que hacía crónicas radiales para España y América Latina y que tuvo la oportunidad de seguir los acontecimientos de la plaza de Tiananmen en 1989 y, de hecho, estuvo de junio a agosto de ese año trabajando directamente desde Beijing para Radio Televisión de España.
Como muchos otros ejemplos de este mundo tan desmemoriado, creo que no hay muchas referencias –no me atrevo a decir ninguna por falta de conocimiento- al caso de Marcelino Blanes y su paso como corresponsal de Radio en Beijing.
Ahora cualquier persona puede viajar a China y escuchar a través de una amplia gama de dispositivos, la radio que quiera, en el idioma que quiera, como si estuviera en su propia casa.
Todo es mucho más fácil en la actualidad, aunque se ha perdido la emoción que teníamos entonces buscando y “descubriendo” radios extranjeras.
Como señala el niño de la película de Woody Allen, “ahora todo ha desaparecido, sólo quedan los recuerdos”.
06 noviembre, 2014
CARTAS DESDE LA CHINA DE LOS AÑOS 70. VICTOR OCHOA Y SUS REMINISCENCIAS ESTUDIANTILES
“Un día a principios de 1968 papá anuncia que nos íbamos a vivir a China. Yo acababa de cumplir 13 años”. Así, de esta forma directa y sencilla comienza Víctor J. Ochoa-Piccardo sus recién publicadas “Cartas de Jingzhai” (*), “reminiscencias estudiantiles", como él las llama, que abarcan el período 1976-1981, aunque en su interesante Prólogo, y a lo largo de las más de 500 páginas del libro, hay referencias continuas a esos primeros años en la República Popular que, como dice, le “marcaron para toda la vida”.
Víctor Ochoa, de Venezuela, que sigue residiendo en Beijing, pertenece a lo me gusta definir como “rara avis” china –apelativo que también me aplico a mí mismo- y que incluye a una “especie” muy particular de personas –de todos los continentes, razas, religiones, etc.- que pasamos parte de nuestra niñez o de nuestra adolescencia en China entre los años 60 y 70 (algunas de ellas incluso nacieron allí), que seguimos, después de décadas, en contacto con ese país, que muchas veces nos comunicamos entre nosotros en chino, que aún recordamos la letra y música de muchas canciones revolucionarias de entonces, y que –por lo menos en mi caso- nos emocionamos viendo “El Ejército Rojo de Mujeres”.
Víctor estuvo por primera vez en China con sus padres y sus tres hermanos entre 1968 y 1970, en plena Revolución Cultural. A pesar de que el anuncio de su padre sobre el viaje a Beijing le cayó “como un baño de agua fría”, dos años después, en el momento de salir para Caracas confiesa que no quería regresar y se fue llorando de la República Popular.
Ese interés que había despertado en él el gigante asiático, unido a factores familiares como la relación de su padre con China, hacen que en 1976, al poco tiempo de que el país asiático volviese a abrir sus puertas para recibir a estudiantes extranjeros, él regrese y así, a los pocos días de la muerte de Mao, aterriza en Beijing y se queda estudiando cinco años mientras es testigo directo de los cambios que comienzan a producirse tras la desaparición del llamado “Gran Timonel”.
En esos años sin internet, teléfonos celulares, o comunicaciones telefónicas vía satélite “la correspondencia epistolar representaba la única alternativa práctica” para comunicarse con su familia en Caracas, con la cual logra –a pesar de la distancia y del tiempo- mantener un diálogo ininterrumpido y sentirse menos lejos, como él mismo confiesa.
Tuvo el buen criterio de pedirle a su madre que le guardase todas las cartas que va escribiendo a la familia; y al cabo de muchos años se las trae de Caracas, las vuelve a leer, las ordena y se toma el trabajo de pasarlas a un ordenador. Fruto de ese trabajo y de algunas de las muchas fotografías que toma entonces, es el libro que acaba de publicar y que, como ya hemos indicado, se llama “Cartas de Jingzhai”. Jingzhai (o “el edificio de la tranquilidad”) era uno de los dos edificios donde los estudiantes extranjeros, junto a una minoría de chinos, vivíamos en la Universidad de Qinghua (también conocida como Tsinghua, término que prefiere usar Víctor Ochoa).
Víctor es la única persona que conozco de esas “raras avis” que ha publicado un libro. Es un fenómeno interesante que, entre los autores de las obras que se publican sobre China, no figuren aquellos que desde los años 60 o 70, y desde nuestra juventud, hemos estado relacionados y lo seguimos estando, con ese país.
Quizás, como reconoce muchas veces Víctor en sus cartas, China “es muy difícil de comprender”, y en el país se desarrolla un drama “que sólo ellos saben”, y por eso cuanto más tiempo se está en China, más difícil se hace escribir sobre el país.
En todo caso, uno de los valores de “Cartas de Jingzhai” está precisamente en el hecho de que no se trata de un libro de recuerdos escrito ahora, sino que es una especie de “diario de viaje” que refleja fielmente, sin necesidad de una prosa literaria, lo que él veía, sentía, pensaba en esos años tan interesantes y tan intensos en la historia de la República Popular.
Mi opinión elogiosa sobre el libro quizás no es muy objetiva ya que soy amigo del autor y coincidimos, en tiempo y espacio, en el período durante el cual escribe esas misivas. Pero al mismo tiempo, precisamente por eso, porque yo también viví en el “Jingzhai”, y porque fui testigo de esa misma época que relata Víctor, y de algunos de los acontecimientos a los que hace referencia, es que puedo decir “yo estuve allí”, “eso era así”, aparte de comprender muchas de sus reflexiones.
Entre muchas cosas, Víctor Ochoa refleja cómo vivíamos los extranjeros y cómo vivían los chinos entonces (en ambos casos nada comparado con la actualidad), siendo nosotros los privilegiados que por ejemplo teníamos una o dos horas de agua caliente al día … cuando ésta no se cortaba por los problemas de la caldera.
También hace una excelente descripción de Beijing, su pasado, su evolución, su situación en una época que cuando íbamos de la Universidad al centro usábamos el término “entrar en la ciudad”.
Al mismo tiempo va relatando de forma muy detallada y amena los cambios que se van produciendo en la sociedad tras la muerte de Mao. “Las corbatas empiezan a estar de moda” relata en una carta, mientras que en otras se queda de la carestía de la vida (“nos han cobrado 6 yuanes diarios por comer” dice con gran enfado).
Sus cinco años universitarios, además, le hacen replantearse algunos de los conceptos e ideas que tenía sobre China en general, su cultura, la mentalidad de su gente, el papel de Mao y del Partido Comunista, le causan desilusión, y lo llevan a “acaloradas” reflexiones con su padre. De alguna manera, aunque en diferente grado, China también se estaba replanteando en esos años muchas de las políticas que se aplicaban por ejemplo cuando Víctor, con 13 años llegó al Hotel de la Amistad en 1968.
Uno de los aspectos más interesantes de la experiencia relatada por el entonces joven estudiante de arquitectura son sus viajes por China, incluyendo Hong Kong y Taiwán, desplazándose días enteros en trenes, barcos y autobuses, siempre abarrotados de gente, viajando en “cama dura” o simplemente tirado en el suelo.
China comenzaba a abrirse al exterior, y en muchos de los lugares a los cuales llegaba era la primera vez que veían un extranjero en años, por no decir décadas, lo que en algunos casos ocasionaba atascos de tráfico, y verdadero asombro entre la población local. Tuvo pues el privilegio de visitar muchos lugares antes de que éstos perdieran su encanto con la llegada de masas de turistas extranjeros.
El otro aspecto interesante es su extraordinaria capacidad para conversar, y en algunos casos, polemizar con todo tipo de personas del país: taxistas, porteros, profesores, estudiantes, campesinos, soldados, obreros, presidiarios, artistas, cuadros del Partido, disidentes, agentes del servicio secreto y un largo etc. Eso le permitió también visitar a familias chinas, comer con ellas, vivir en sus modestas casas, tanto en las grandes ciudades como en el campo, asistir a bodas, cumpleaños y festividades tradicionales.
Sinceramente, no creo que hayan sido muchos los extranjeros con una experiencia similar.
Al terminar sus estudios Víctor regresa a Caracas, pero al poco tiempo vuelve a Beijing, donde hoy aún continúa residiendo 46 años después de su llegada al país.
Víctor Ochoa, de Venezuela, que sigue residiendo en Beijing, pertenece a lo me gusta definir como “rara avis” china –apelativo que también me aplico a mí mismo- y que incluye a una “especie” muy particular de personas –de todos los continentes, razas, religiones, etc.- que pasamos parte de nuestra niñez o de nuestra adolescencia en China entre los años 60 y 70 (algunas de ellas incluso nacieron allí), que seguimos, después de décadas, en contacto con ese país, que muchas veces nos comunicamos entre nosotros en chino, que aún recordamos la letra y música de muchas canciones revolucionarias de entonces, y que –por lo menos en mi caso- nos emocionamos viendo “El Ejército Rojo de Mujeres”.
Ese interés que había despertado en él el gigante asiático, unido a factores familiares como la relación de su padre con China, hacen que en 1976, al poco tiempo de que el país asiático volviese a abrir sus puertas para recibir a estudiantes extranjeros, él regrese y así, a los pocos días de la muerte de Mao, aterriza en Beijing y se queda estudiando cinco años mientras es testigo directo de los cambios que comienzan a producirse tras la desaparición del llamado “Gran Timonel”.
En esos años sin internet, teléfonos celulares, o comunicaciones telefónicas vía satélite “la correspondencia epistolar representaba la única alternativa práctica” para comunicarse con su familia en Caracas, con la cual logra –a pesar de la distancia y del tiempo- mantener un diálogo ininterrumpido y sentirse menos lejos, como él mismo confiesa.
Tuvo el buen criterio de pedirle a su madre que le guardase todas las cartas que va escribiendo a la familia; y al cabo de muchos años se las trae de Caracas, las vuelve a leer, las ordena y se toma el trabajo de pasarlas a un ordenador. Fruto de ese trabajo y de algunas de las muchas fotografías que toma entonces, es el libro que acaba de publicar y que, como ya hemos indicado, se llama “Cartas de Jingzhai”. Jingzhai (o “el edificio de la tranquilidad”) era uno de los dos edificios donde los estudiantes extranjeros, junto a una minoría de chinos, vivíamos en la Universidad de Qinghua (también conocida como Tsinghua, término que prefiere usar Víctor Ochoa).
Víctor es la única persona que conozco de esas “raras avis” que ha publicado un libro. Es un fenómeno interesante que, entre los autores de las obras que se publican sobre China, no figuren aquellos que desde los años 60 o 70, y desde nuestra juventud, hemos estado relacionados y lo seguimos estando, con ese país.
Quizás, como reconoce muchas veces Víctor en sus cartas, China “es muy difícil de comprender”, y en el país se desarrolla un drama “que sólo ellos saben”, y por eso cuanto más tiempo se está en China, más difícil se hace escribir sobre el país.
En todo caso, uno de los valores de “Cartas de Jingzhai” está precisamente en el hecho de que no se trata de un libro de recuerdos escrito ahora, sino que es una especie de “diario de viaje” que refleja fielmente, sin necesidad de una prosa literaria, lo que él veía, sentía, pensaba en esos años tan interesantes y tan intensos en la historia de la República Popular.
Mi opinión elogiosa sobre el libro quizás no es muy objetiva ya que soy amigo del autor y coincidimos, en tiempo y espacio, en el período durante el cual escribe esas misivas. Pero al mismo tiempo, precisamente por eso, porque yo también viví en el “Jingzhai”, y porque fui testigo de esa misma época que relata Víctor, y de algunos de los acontecimientos a los que hace referencia, es que puedo decir “yo estuve allí”, “eso era así”, aparte de comprender muchas de sus reflexiones.
Entre muchas cosas, Víctor Ochoa refleja cómo vivíamos los extranjeros y cómo vivían los chinos entonces (en ambos casos nada comparado con la actualidad), siendo nosotros los privilegiados que por ejemplo teníamos una o dos horas de agua caliente al día … cuando ésta no se cortaba por los problemas de la caldera.
También hace una excelente descripción de Beijing, su pasado, su evolución, su situación en una época que cuando íbamos de la Universidad al centro usábamos el término “entrar en la ciudad”.
Al mismo tiempo va relatando de forma muy detallada y amena los cambios que se van produciendo en la sociedad tras la muerte de Mao. “Las corbatas empiezan a estar de moda” relata en una carta, mientras que en otras se queda de la carestía de la vida (“nos han cobrado 6 yuanes diarios por comer” dice con gran enfado).
Sus cinco años universitarios, además, le hacen replantearse algunos de los conceptos e ideas que tenía sobre China en general, su cultura, la mentalidad de su gente, el papel de Mao y del Partido Comunista, le causan desilusión, y lo llevan a “acaloradas” reflexiones con su padre. De alguna manera, aunque en diferente grado, China también se estaba replanteando en esos años muchas de las políticas que se aplicaban por ejemplo cuando Víctor, con 13 años llegó al Hotel de la Amistad en 1968.
Uno de los aspectos más interesantes de la experiencia relatada por el entonces joven estudiante de arquitectura son sus viajes por China, incluyendo Hong Kong y Taiwán, desplazándose días enteros en trenes, barcos y autobuses, siempre abarrotados de gente, viajando en “cama dura” o simplemente tirado en el suelo.
China comenzaba a abrirse al exterior, y en muchos de los lugares a los cuales llegaba era la primera vez que veían un extranjero en años, por no decir décadas, lo que en algunos casos ocasionaba atascos de tráfico, y verdadero asombro entre la población local. Tuvo pues el privilegio de visitar muchos lugares antes de que éstos perdieran su encanto con la llegada de masas de turistas extranjeros.
El otro aspecto interesante es su extraordinaria capacidad para conversar, y en algunos casos, polemizar con todo tipo de personas del país: taxistas, porteros, profesores, estudiantes, campesinos, soldados, obreros, presidiarios, artistas, cuadros del Partido, disidentes, agentes del servicio secreto y un largo etc. Eso le permitió también visitar a familias chinas, comer con ellas, vivir en sus modestas casas, tanto en las grandes ciudades como en el campo, asistir a bodas, cumpleaños y festividades tradicionales.
Sinceramente, no creo que hayan sido muchos los extranjeros con una experiencia similar.
Al terminar sus estudios Víctor regresa a Caracas, pero al poco tiempo vuelve a Beijing, donde hoy aún continúa residiendo 46 años después de su llegada al país.
Personalmente detecto en Víctor una sensación de “cansancio” cuando está en China, pero de “saudade” cuando se aleja de ella, y creo que ésta es una característica común de muchos de los que, cada uno a su manera y en diferente grado, hemos vivido experiencias similares a las de Víctor y que hacen que China siga siendo una especie de imán para nosotros.
Entre otras cosas, Víctor Ochoa trabajó durante 14 años en el primero llamado Banco Exterior de España, luego Argentaria y finalmente BBVA en Beijing, años caracterizados por operaciones financieras de gran relevancia con financiación gubernamental española, para grandes proyectos de empresas españolas en China.
Lamentablemente, y al igual que otros latinoamericanos y españoles que en los años más difíciles, cuando casi nadie quería viajar a China, trabajaron en beneficio de las relaciones entre el mundo de habla hispana y la República Popular, en campos como el educativo, cultural, periodístico o económico, creo que el trabajo de Víctor Ochoa no ha sido reconocido y ha quedado en el olvido, ahora que China “está de moda” y existe una especie de competencia por demostrar quién es “más amigo” del país.
Todo estos elementos, unidos a que al tratarse de una recopilación de cartas se puede leer "fácilmente", hacen recomendable el libro de Víctor para que todos aquellos interesados en China, en especial las nuevas generaciones, puedan hacerse una idea de cómo se vivía décadas atrás en el país que está llamado a convertirse en la primera potencia del mundo.
Me atrevería a decir, incluso, que la gran mayoría de los jóvenes chinos nacidos después de los años ochenta, ni conoce, ni tiene idea de las cosas que describe Víctor en su libro.
Quizás, y ojalá, que el ejemplo de Víctor con esta publicación, sea un estímulo para que los otros “rara avis” empiecen, empecemos, a dejar constancia de nuestros recuerdos y a contar nuestras experiencias, antes de que sea demasiado tarde, ya que lamentablemente, en este mundo tan informatizado parece que la memoria se está perdiendo a una velocidad cada vez mayor.
Entre otras cosas, Víctor Ochoa trabajó durante 14 años en el primero llamado Banco Exterior de España, luego Argentaria y finalmente BBVA en Beijing, años caracterizados por operaciones financieras de gran relevancia con financiación gubernamental española, para grandes proyectos de empresas españolas en China.
Lamentablemente, y al igual que otros latinoamericanos y españoles que en los años más difíciles, cuando casi nadie quería viajar a China, trabajaron en beneficio de las relaciones entre el mundo de habla hispana y la República Popular, en campos como el educativo, cultural, periodístico o económico, creo que el trabajo de Víctor Ochoa no ha sido reconocido y ha quedado en el olvido, ahora que China “está de moda” y existe una especie de competencia por demostrar quién es “más amigo” del país.
Todo estos elementos, unidos a que al tratarse de una recopilación de cartas se puede leer "fácilmente", hacen recomendable el libro de Víctor para que todos aquellos interesados en China, en especial las nuevas generaciones, puedan hacerse una idea de cómo se vivía décadas atrás en el país que está llamado a convertirse en la primera potencia del mundo.
Me atrevería a decir, incluso, que la gran mayoría de los jóvenes chinos nacidos después de los años ochenta, ni conoce, ni tiene idea de las cosas que describe Víctor en su libro.
Quizás, y ojalá, que el ejemplo de Víctor con esta publicación, sea un estímulo para que los otros “rara avis” empiecen, empecemos, a dejar constancia de nuestros recuerdos y a contar nuestras experiencias, antes de que sea demasiado tarde, ya que lamentablemente, en este mundo tan informatizado parece que la memoria se está perdiendo a una velocidad cada vez mayor.
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