26 enero, 2013

“Zai Jian” Embajador Eugenio Bregolat



No me gustaría dejar de reflejar en estas “Reflexiones Orientales” el término del mandato como Embajador de España en China, con motivo de su jubilación, de Don Eugenio Bregolat Obiols, en mi opinión una de las personas de la Administración española más interesadas y conocedoras de Asia en general y muy particularmente de China.

Tuve el gusto de coincidir con el Embajador Bregolat las tres veces que fue destinado como máximo representante español en China. La primera vez, en los años 80, durante su primera estancia en Beijing, tuve el honor de trabajar con él desde la Oficina Comercial de la Embajada de España, donde entonces yo estaba como Analista de Mercado y Director de Promoción Comercial. 

Recuerdo aún, entre muchas anécdotas, la inauguración – en medio de una gran festividad que incluyó fuegos artificiales y danzas de dragones- en la sureña ciudad de Panyu, de una fábrica de chicles de una empresa española, y muchos otros viajes y encuentros que demostraron, desde un principio, su gran interés y voluntad para ayudar a las empresas españolas que a mediados de los ochenta se iban acercando tímidamente al gigante asiático.

El Embajador Bregolat ha representado a España en China en tres períodos –de 1987 a 1991, entre 1999 y el 2003, y por último desde 2011 hasta el presente-. Ante lo inédito de este fenómeno, él siempre menciona con humor que en la práctica no ha sido embajador tres veces en un mismo país, sino más bien, en tres “países” diferentes. Razón no le falta ya que la China de la actualidad es casi como “otro país” en relación con la de 1987 o de los años de su segundo mandato, finalizando el siglo XX y entrando en el siglo XXI.

Una verdadera vocación de servidor público, y un entusiasta interés en conocer los diversos aspectos de esa realidad tan compleja llamada China, han sido y son algunas de las principales virtudes de Eugenio Bregolat quien además mostró siempre un interés y voluntad de servicio y ayuda hacia toda la colonia española residente o de paso por el país asiático, lo que se vio claramente reflejado, entre otros hechos, en su ayuda para la repatriación de la colonia española en China durante los sucesos de Tiananmen en junio de 1989.

Fruto de ese interés, y de su experiencia directa en momentos muy críticos de la historia reciente de China –como por ejemplo los mencionados sucesos de Tiananmen- han sido su recomendable libro “La segunda revolución china”, así como infinidad de interesantes artículos y trabajos en medios de prensa de habla hispana. Recientemente, además, Eugenio Bregolat ha destacado por la publicación en importantes medios de prensa chinos, de artículos sobre la transición española.

Por suerte, y a pesar de su jubilación, quienes creo que le conocemos un poco, pensamos que su interés por China no decaerá y esperamos poder seguir leyéndole y/o escuchándole, y continuar aprendiendo de su rica experiencia y conocimiento sobre el país que está llamado a ser en el futuro la primera potencia mundial.

Como bien sabe el Embajador, en chino zaijian (再见)  quiere decir literalmente “volver a verse”, y es con ese zaijian y un xiexie  que hoy me despido de Eugenio Bregolat.


El autor con el Embajador Eugenio Bregolat el pasado 17 de enero en Beijing

20 enero, 2013

Esperando el Año Nuevo Chino – tradiciones y modernización



Un año más, el 37º para mí, se acerca el Año Nuevo chino, la fiesta tradicional más importante del país, en varios de sus vecinos asiáticos, así como para las comunidades chinas en todo el mundo.


Después de casi cuatro décadas, y a pesar de los tremendos cambios que ha experimentado la República Popular, hay cosas que siguen igual que antes –los problemas con el transporte o con  los fuegos artificiales de mala calidad, los espectáculos de diálogos cómicos en la televisión y teatros de todo el país- mientras que la modernización ha traído nuevas modas, con “características chinas” como la contratación de falsos novios o novias para pasar estas fiestas.


Este fin de semana la celebración de la “Fiesta del Laba” ha marcado el comienzo oficioso de las celebraciones del Año Nuevo Lunar, que entrará el 10 de febrero según el calendario gregoriano, y que corresponde al “Año de la Serpiente”.


Miles de años atrás, los chinos comenzaron a regirse por un calendario con elementos lunares y solares –aunque se conoce como calendario lunar- que servían principalmente como referencia para las tareas agrícolas y la definición de las estaciones.


Cada año nuevo, según ese calendario, siempre comienza entre finales de enero y mediados de febrero, dependiendo de la luna, y se corresponde –hasta un máximo de doce- con el  nombre de un animal. Ahora aún estamos en el año del Dragón y entraremos en el de la Serpiente- y esos doce animales se van repitiendo de forma continua.


Existe una combinación de dos elementos (los doce animales por un lado y diez nombres celestiales por el otro) para fijar el número del año. Por ejemplo 1911, cuando la revolución republicana que termina con la era imperial, fue el año Xinhai, y por eso dicho movimiento se conoce también como la revolución de Xinhai.

A diferencia de otras civilizaciones y culturas, sin embargo, los chinos no contaban los años según una secuencia correlativa e infinita de números, por lo cual no se puede decir que China ha entrado en el año “X”, o que estamos en el año “Y” del calendario chino, como sí se hace con otros calendarios como el judío o el persa. Lamentablemente, aún se pueden ver en occidente referencias a que China ha entrado o entrará en año cuatro mil y algo de su calendario, cuando los chinos ni han usado ni usan esa referencia para contabilizar el paso del tiempo.


Hasta 1911, cuando cae la última dinastía, la forma más común de contar y definir los años era a través de esa combinación de dos elementos citada anteriormente, y más popular aún, según los años de reinado de una dinastía determinada. (Por ejemplo, el año “X” de la Dinastía Ming). Incluso ahora en Taiwán, aparte del calendario gregoriano, los años también se cuentan por el tiempo transcurrido desde la revolución republicana de 1911. La República Popular China, por su parte, establecida por Mao en 1949, adoptó desde entonces el calendario gregoriano.



Tuve la oportunidad de pasar en Beijing mi primer año nuevo chino en 1976, estando aún Mao vivo. Al igual que la Navidad en Occidente, la tradición “obliga” a un reencuentro de los miembros de una misma familia en esas fechas. Para muchas familias chinas divididas geográficamente en un país tan extenso y entonces con limitaciones a los movimientos internos de su población, esa era la única oportunidad del año para reencontrarse. 


En el campo, las fiestas duraban 15 días, y en las ciudades –donde los centros de enseñanza paralizaban sus actividades- aunque los días festivos eran muy limitados, el movimiento de gente duraba unas dos semanas para aquellos que tenían la suerte y las posibilidades de viajar y reencontrarse con los suyos.

El conseguir un billete de tren o de autobús, así como la aprobación para desplazarse a otro punto del país, se convertía en un verdadero dolor de cabeza y ya entonces –ahora en el 2013 mucho más- tenía lugar en esas fechas uno de los mayores movimientos de transporte de pasajeros del mundo –tanto de ida como de vuelta- .


Las casas, edificios, parques públicos se llenaban de carteles en rojo anunciando la “Fiesta de la Primavera” (春节), las familias se reunían la víspera del año nuevo a disfrutar de programas especiales de televisión, donde destacaban los espacios cómicos y en especial los “Xiangsheng” (diálogos cómicos contados por parejas de actores), y al llegar la medianoche, los petardos ensordecían a los habitantes de las ciudades, y en especial a los del campo.


Era la época del año donde mejor se comía –en muchos casos la única época del año donde se podía comer carne u otros alimentos considerados de lujo- y las cédulas del Partido Comunista así como las autoridades en las fábricas u otras entidades entregaban beneficios materiales a los trabajadores o estudiantes –huevos, aceite, fruta …- así como entradas para el cine, teatro o espectáculos artísticos.


Los dirigentes visitaban “a las masas” y tenían especial atención en tener detalles con los jubilados y los héroes de la revolución o de los movimientos políticos más recientes.


Muchas parejas aprovechaban esa fiesta para casarse, mientras que para muchos matrimonios que estaban separados geográficamente debido a “las necesidades del Partido” esa era la única época del año en la cual podían convivir bajo un mismo techo. Los medios de prensa, y en particular los encargados de la planificación familiar, ponían especial atención en esas fechas a la divulgación de conocimientos sobre métodos anticonceptivos así como a la estricta política de control de la natalidad.


Estos días en Beijing, mientras miro la televisión, escucho la radio, leo la prensa más popular, hablo con la gente y paseo por las calles, veo toda una serie de fenómenos que –a pesar de los tremendos cambios que han tenido lugar en China en las últimas casi cuatro décadas de reformas, de “modernización” y occidentalización del país- parecen ser los mismos de mis primeros años en este país.


El transporte ferroviario sigue siendo una de las claves del año nuevo chino, y las autoridades hablan diariamente de ello, explicando cómo se está organizando ese transporte y cómo se lucha, al igual que 37 años atrás, contra los revendedores de billetes. No debemos olvidar que estamos hablando de por lo menos decenas de millones de personas que en estas fechas se desplazan por todo el país. 


La policía se dedica a confiscar y destruir ante las cámaras de televisión y de la prensa en general, toneladas de petardos y fuegos artificiales confiscados por problemas de calidad o que han sido fabricados de forma ilegal.


Los dirigentes ya están empezando a visitar a los más desfavorecidos, el gobierno ha aprobado la entrega de un subsidio especial para las familias o personas con menos recursos económicos, los teatros anuncian por la radio las diferentes sesiones de espectáculos, y en especial de los diálogos cómicos “Xiangsheng” que tendrán lugar en los próximos días, y la actividad en las tiendas y restaurantes se multiplica al tiempo que poco a poco va disminuyendo la actividad en la administración y empresas del país, y los temas importantes se van dejando para “después del año nuevo”.


La modernización, las reformas y el desarrollo reciente de China, al mismo tiempo, también han cambiado y mejorado algunos de los fenómenos relacionados con el Año Nuevo Lunar. Ahora, por ejemplo, la circulación de los ciudadanos es libre en todo el país y no hay que pedir permiso para salir de una ciudad o desplazarse a un lugar determinado.


Millones de automóviles privados –inexistentes en los años 70- se preparan para recorrer las autopistas chinas –algo también nuevo fruto de la modernización- que durante un período de más de una semana no cobrarán peajes, lo cual producirá seguramente atascos espectaculares. 


Otros, cansados de tanta tradición, aprovecharán esas fechas y estas vacaciones –las más largas del año- para viajar libremente al exterior.


La modernización de China ha originado también cambios importantes en la sociedad del país y, en consecuencia, en la forma de pasar estas fiestas. 


Matrimonios o parejas que se han separado, pero que no quieren decírselo a sus padres, vuelven a juntarse estos días para, guardando las apariencias, visitar a sus mayores. 


Aparte de esto, desde hace unos pocos años, ha surgido un fenómeno nuevo que consiste en que mucha gente soltera, pero en edad de casarse según las tradiciones de sus mayores, llega a acuerdos con amigos o conocidos para que actúen como “novios” o “novias” en las visitas a sus padres que viven en la lejanía, y así dejan contentos y tranquilos a sus mayores y se evitan el tener que soportar la presión familiar por el hecho de seguir solteros a una edad impensable en la China tradicional.


Poco tiempo ha pasado para que este fenómeno, como casi todo lo que ocurre en este país, se comercialice, y hayan aparecido agencias que se dedican a “alquilar” novios o novias “falsos”, en un proceso que ya se puede hacer vía Internet y que el usuario puede manejar como si se tratara de la compra on line de un producto de un supermercado.


Una vez más, y como en muchos aspectos de la vida de China, la tradición y la modernización se combinan y se adaptan a las nuevas circunstancias sociales y políticas del país, creando fenómenos que, como éste de los alquileres de novios, tiene verdaderamente “particularidades chinas”.

13 enero, 2013

Perdido en medio de la nube de contaminación que cubre Beijing.



Llevo cuatro días en Beijing y desde la ventana de mi habitación no soy capaz de ver más allá de los edificios de enfrente. Desayuno viendo la televisión local y leyendo la prensa capitalina que indica en titulares a toda página que la contaminación del aire ha roto todos los records y “no tiene precedentes en la historia” como dice el “Xingjingbao” o “Noticias de Beijing”.


Portada del "Noticias de Beijing" de hoy, domingo, anunciado que el nivel de PM 2.5 alcanzó la cifra de 900
La prensa indica que el sábado el nivel de PM 2,5 (la densidad de las partículas finas más peligrosas para la salud) alcanzó el nivel 900, cuando el máximo de la tabla es 500, lo cual puede causar graves problemas en el aparato respiratorio, enfermedades coronarias, o un incremento en la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón, lo cual lo convierten en un “grave asesino oculto” para la salud de la población.


El problema está afectando a amplias zonas de China, pero Beijing es una de las más castigadas. Los hospitales estás desbordados y entre las medidas del gobierno municipal, se incluye un llamamiento a la población para no salir a la calle, o hacerlo con mascarillas, suspender durante tres días las actividades al aire libre de las escuelas (entre ellas la educación física), reducir en un tercio el uso de automóviles oficiales, limitar la apertura de ventanas para la ventilación de las casas y hacerlo sólo entre las 10:00 de la mañana y las tres de la tarde. El Aeropuerto del sur de Beijing fue cerrado el sábado por la tarde, y cientos de vuelos están siendo afectados en el Aeropuerto La Capital de Beijing y en otros del país, al tiempo que se han cerrado seis autopistas que unen la capital china con otras partes del país.


Entre los espectaculares cambios que ha experimentado China en general y su capital en particular, y en comparación con el Beijing que pudimos ver en los años 70, uno de los más negativos es precisamente éste de la contaminación. Si a ello le sumamos la falta de árboles y espacios abiertos verdes –mucho de los cuales fueron desapareciendo bajo “la piqueta fatal del progreso”-, y los permanentes atascos y problemas de tráfico, la verdad es que la capital china se ha convertido en una ciudad cada vez más inhabitable y agresiva.


Los extranjeros que vivíamos en Beijing en los años 70 nos quejábamos en invierno de que no se podía colgar a secar ropa blanca, o no se podían usar camisas blancas, ya que al poco tiempo se volvían negras por la contaminación del carbón de las calderas que suministraban agua caliente y calefacción a la ciudad.


Ahora, el carbón ha sido sustituido por gas natural como fuente de energía, pero la industrialización, el espectacular incremento del parque automotriz y la desaparición de espacios verdes hacen que recordemos con nostalgia aquél Beijing de los años 70 u 80 donde no habían los rascacielos que ahora cubren la ciudad aunque desde cuyas ventanas poco se pueda apreciar en los cada vez mayor número de días en que la ciudad permanece envuelta en medio de la niebla contaminante.  

08 enero, 2013

Todo comenzó un 8 de enero de 1976



Aunque pocas veces se menciona, 1976 fue, en mi opinión, el año más importante y crítico en la historia de la República Popular China, y el origen del proceso de apertura y reforma que el país está llevando a cabo desde finales de 1978.

En menos de doce meses pudimos ser testigos ese año de la muerte de Mao Zedong  y de las otras dos figuras más importantes del país, el Primer Ministro Zhou Enlai y el Presidente de la Asamblea Popular Nacional, Zhu De; de una nueva caída en desgracia y posterior reaparición de Deng Xiaoping; así como de la detención, juicio y prisión de la viuda de Mao y otras figuras relevantes del Partido Comunista y el gobierno.

Todo comenzó un día como hoy, el 8 de enero de 1976, con el fallecimiento de Zhou Enlai, y culminó –tras una serie de acontecimientos de importancia fundamental- casi tres años después con un cambio de rumbo político e ideológico en la dirección del país, resumido en la consigna “reforma y apertura al exterior” (改革开放). 


Desde entonces, en un proceso que aún continúa, no exento de conflictos y retos sociales, económicos y políticos, China se ha desarrollado de una manera espectacular, habiendo llegado a convertirse en la segunda economía del mundo, solo por detrás de los Estados Unidos.


El año anterior a la muerte de Zhou se había caracterizado por un paulatino retorno a la normalidad después de los años más violentos y caóticos de la Revolución Cultural, en concreto de 1966 a 1968, y de la muerte violenta en 1971 de Lin Biao, considerado durante años como el sucesor de Mao. La administración, las universidades,  escuelas y fábricas  estaban volviendo a su vida normal; muchos de los dirigentes perseguidos y “caídos en desgracia” durante la Revolución Cultural volvían a la vida política activa, siendo el caso más destacado el de Deng Xiaoping, quién pasó de ser el “segundo seguidor del camino capitalista dentro del Partido Comunista” a Vicepresidente del Partido y Vice Primer Ministro del gobierno en 1975.


Ese año volvió a reunirse la Asamblea Popular Nacional, y el Primer Ministro Zhou Enlai hizo un llamamiento a todo el país para desarrollar la economía en el Vº Plan Quinquenal de Desarrollo (1976-1980), y convertir a China en un país moderno antes de finales del siglo XX.


La lucha política entre las diversas facciones del Partido sin embargo continuaba de forma aguda a  medida que la salud de Mao se deterioraba y se preparaba su sucesión. Como en muchas etapas de la historia de la República Popular, la lucha interna se expresaba a través de temas literarios y culturales. 


Así, en una situación extremadamente difícil de comprender para los extranjeros seguidores de la realidad china, la crítica a Lin Biao se vinculaba con la crítica a Confucio; y los enemigos de Zhou Enlai habían lanzado en su contra una crítica a la novela “A la orilla del agua”, uno de los clásicos de la literatura china.


Dentro de este contexto, el 1 de enero de 1976, el Editorial conjunto de Año Nuevo del “Diario del Pueblo”, la revista “Bandera Roja” y el “Diario del Ejército Popular de Liberación”, titulado “Nada es imposible en el mundo si uno se atreve a escalar las alturas”, rescataba dos viejos poemas de Mao con el objetivo de defender los logros de la Revolución Cultural y refutar “la falacia de que ‘el presente no es tan bueno como el pasado’”.


Poco tiempo hubo para digerir el contenido de dicho editorial ya que a los pocos días se produce la muerte de Zhou Enlai. El hasta entonces Primer Ministro había actuado de mano derecha de Mao y Jefe de Gobierno desde el primer día de la fundación de la República Popular China, habiendo sido uno de los pocos dirigentes, y el más importante, que sobrevivió a las diversas luchas internas en el Partido Comunista y en especial a la Revolución Cultural.


Llamado por la gente “el buen Primer Ministro del pueblo”, Zhou Enlai era considerado por muchos como el personaje moderado que intentó detener o mitigar los excesos de la Revolución Cultural y trató de ayudar y proteger a muchos de los perseguidos durante ese movimiento. Por ello, el anuncio de su muerte, aparte de los actos oficiales, originó un movimiento espontáneo de gente que a lo largo de la avenida principal de Beijing, y en medio de un intenso frío esperó horas a que pasara el cortejo fúnebre para darle su último adiós.


Zhou Enlai falleció de cáncer a los 78 años de edad en un hospital de Beijing, a las 09:57 de la mañana del 8 de enero, y el anuncio oficial se realizó ese mismo día por la tarde. Sus restos fueron incinerados el 11 de enero, y hasta el día 15 se realizaron actos de despedida y homenaje, primero en el Palacio Cultural de los Trabajadores, dentro de la conocida como Ciudad Prohibida, y posteriormente en el Gran Palacio del Pueblo.


El luto de los dirigentes y de la población era representado por brazaletes negros y flores blancas de papel en el pecho, los carteles de homenaje estaban escritos en caracteres blancos sobre un fondo negro, y los asistentes a los actos de homenaje hacían tres reverencias ante la fotografía de Zhou, lo cual no dejaba de impactarme y asombrarme como extranjero que llevaba entonces sólo medio año en China.


El discurso fúnebre fue pronunciado por Deng Xiaoping, en su calidad de Vice Presidente del Partido Comunista–una muestra de la fuerza que había vuelto a obtener a sólo un año de su regreso a la vida política normal- .


El sucesor oficial de Zhou Enlai, sin embargo, y en contra de todos los pronósticos, fue un funcionario prácticamente desconocido, Hua Guofeng, que figuraba en el número 12 del protocolo; prueba de que ninguna de las dos facciones había ganado la batalla final y Mao había buscado un candidato de consenso.


La muerte de Zhou Enlai, aparte de agudizar las luchas internas en el Partido Comunista entre los defensores de la Revolución Cultural y un ala más moderada que quería poner más énfasis en la economía, fue también el detonante de una nueva, esta vez la última, caída de Deng Xiaoping.


En efecto, a principios del mes de abril, y con motivo del día de los muertos según la tradición china, un grupo de personas comenzó a poner en la plaza de Tiananmen coronas florales y carteles en recuerdo de Zhou Enlai y de crítica a los elementos más radicales. El movimiento fue violentamente aplastado –uno de los incidentes de Tiananmen del que menos se habla- y como consecuencia de ello, Deng Xiaoping vuelve a caer en desgracia el 7 de abril, es destituido de todos sus cargos y comienza un nuevo movimiento político “Contra los vientos derechistas que pretenden revocar los veredictos dictados”.


Ya entrados en pleno Año del Dragón –año de cambio de dinastías como decían entonces algunos chinos- y aparte de la muerte de Zhou Enlai y la nueva caída de Deng Xiaoping nos tocó ser testigos el 6 de julio de la muerte de Zhu De, el segundo aliado más importante de Mao y Presidente de la Asamblea Popular Nacional, sufrir las consecuencias del terremoto de Tangshan –que también afectó a Beijing y originó más de un cuarto de millón de víctimas- y ya en septiembre-octubre la muerte de Mao Zedong y la posterior detención de la llamada “banda de los 4” integrada por su viuda, Jiang Qing y los teóricos y dirigentes de la considerada ala más izquierdista del Partido.