06 febrero, 2016

Un nuevo año chino

Una vez más entramos, la medianoche del domingo 7, en el Año Nuevo Chino, que esta vez corresponde al año del Mono. Será mi 40º Año Nuevo desde que comencé mi relación directa con China y en el fondo, a 10.000 kilómetros de distancia, echo de menos el ambiente festivo, los programas especiales de la televisión, y las comidas típicas de la festividad.

En mis primeros años en China, más que año nuevo, se le conocía como Fiesta de la Primavera, ya que marca el comienzo de esa estación en el calendario lunar chino; y los deseos y saludos eran no para un feliz año nuevo, sino para una feliz fiesta de la primavera. 

02 enero, 2016

2015 el año del gran salto adelante de la diplomacia china

2015 fue un año excepcionalmente activo para la diplomacia china, que parece haber dado un gran salto adelante bajo el liderazgo de Xi Jinping con el objetivo de que el papel de la República Popular en las relaciones internacionales tenga la misma posición de fuerza que la ya alcanzada por el país asiático en el mundo en campos como la economía o el comercio.

El Presidente Xi se está destacando pues como el dirigente más activo de la diplomacia en la historia de la República Popular. En los 33 meses que lleva en el cargo, Xi ha realizado casi 40 visitas de Estado. El año 2015 en especial fue particularmente fructífero para la diplomacia del gigante asiático habiendo estado el líder chino casi un mes y medio (en total 42 días) en visitas fuera del país. 

19 noviembre, 2015

Una nueva decepción para el fútbol chino

La selección nacional de fútbol de China no pudo esta semana pasar de un empate ante el combinado de Hong Kong y se complicó su posible participación en la Copa del Mundo del 2018 en Rusia.

Ahora, al equipo nacional chino -dirigido por el francés Alain Perrin- le quedan dos partidos por jugar, pero no depende de sí mismo sino del resultado de otros para ver si puede clasificarse.

12 noviembre, 2015

China: fiesta de los solteros, compras en Internet y demás

Las multimillonarias ventas por Internet que han tenido lugar en China este 11 de Noviembre, el “día de los solteros”, han puesto de relieve uno de los cambios más importantes de la República Popular en comparación con el país que me encontré hace cuarenta años: el consumismo.

Atrás han quedado los años de mi época de estudiante cuando los alimentos estaban racionados, necesitábamos cupones para comprar prendas de algodón, o una bicicleta, un reloj de pulsera o una radio eran los máximos lujos que un ciudadano común podía adquirir después de años de ahorro y de espera para obtener el “cupón industrial” correspondiente.

China es desde hace ya años una gran sociedad de consumo y las actuales autoridades del país se esfuerzan para que ese consumo sea aún mayor y contribuya,  en un entorno internacional e interno de muchas dificultades, a seguir avanzando para poder cumplir las metas de desarrollo económico y social.

Con la apertura al exterior iniciada a finales de los años setenta, entraron al país y se fueron poniendo de moda festividades inexistentes hasta entonces y con un fuerte contenido consumista como la Navidad o el Día de los Enamorados y se generaron festividades propias como la del once de noviembre, o “la fiesta del doble 11”, donde los cuatro palitos del 11 del 11 son el símbolo de la soltería, tanto para hombres como para mujeres.

A diferencia de otras festividades donde el consumo es un elemento importante pero no el único de la celebración, la del 11 de Noviembre es una fiesta con un único objetivo: consumir. Para ello los principales portales de venta por Internet ponen en el mercado todo tipo de productos con descuentos muy atractivos. Para “garantizar” que las compras se realicen por Internet, la campaña de venta comienza a las 00:00 horas del día 11 y finaliza a las 24:00 horas de ese mismo día.

Millones de personas comienzan a llenar los carritos de compra virtuales de los diferentes portales antes de la llegada del 11, y se quedan despiertos hasta las 00:00 horas o se ponen un despertador a esa hora para poder dar la orden de compra dentro del plazo establecido. Y es que muchos productos se ponen a la venta con atractivos descuentos pero en cantidades limitadas, por lo que cuando más temprano se compre, más posibilidades hay de obtener el producto.

En el fondo, pues, lo de la soltería es una excusa ya que cualquier persona, soltera o casada, puede tener derecho a los descuentos ofrecidos.

La fiesta de los solteros es relativamente nueva. Es más, y en medio de esa fascinación que tienen los chinos por los números, el 11 del 11 fue más conocido durante unos años como “el día de las filas” y se usaba para educar a la gente a hacer una fila en orden, por ejemplo en las paradas de autobuses.

La campaña de ventas este 11 de Noviembre ha sido histórica en todos los sentidos convirtiéndola en el día de mayores ventas por Internet en el mundo. Sólo el portal Alibaba, con una cuota de mercado en China cercana al 10 por 100, vendió en 24 horas el equivalente a 14.000 millones de dólares.


En todo caso, la del 11 de noviembre, fue y es una fiesta donde todos pueden tener algo que ganar y que el gobierno ha visto con muy buenos ojos en medio de sus esfuerzos para transformar el modelo de crecimiento económico del país impulsando el consumo interior.

26 septiembre, 2015

Estudiantes españoles en China, de 5 a 2.500

Días atrás, en el Centro Cultural de China en Madrid, tuvo lugar un acto de presentación del libro “China en mis ojos” y se anunció el nacimiento de la Asociación de Antiguos Estudiantes Españoles en China.

China en mis ojos” es una iniciativa del Ministerio de Educación chino y de la Oficina de Asuntos Educativos de la Embajada de China en Madrid. La edición, bilingüe, recoge los recuerdos y reflexiones de 13 estudiantes españoles que, desde los años 70 hasta épocas más recientes estuvieron estudiando chino en la República Popular.

Aunque no se mencionó en el acto, creo que es bueno recordar que este año es el 40º aniversario de la llegada a Beijing del primer grupo de estudiantes españoles de chino. Se trataba de cinco jóvenes becados por el gobierno chino para estudiar en el Instituto de Lenguas de Beijing. Entre ellos figuraba Ignacio Mantecón, uno de los autores de “China en mis ojos” quien también estuvo presente en el acto.

Tuve la suerte de coincidir con ese grupo en el Instituto de Lenguas, donde los estudiantes de habla hispana no llegábamos a diez en 1975.

De los cinco en 1975 se llegó, el año pasado, a la cifra de 2.500 estudiantes españoles en China. En los últimos años estamos viviendo en España un auge en el interés por el idioma chino. Los gobiernos de España y China, diversas universidades, los Institutos Confucio u organismos oficiales como la Fundación ICO, entre otros, están respondiendo a esa demanda otorgando anualmente becas para el estudio de chino en la República Popular.

Mucho ha cambiado China en estos últimos cuarenta años, como mucho han cambiado las condiciones y posibilidades para estudiar chino. Las condiciones de vida en Beijing y otras ciudades del país han mejorado de forma espectacular en este período y los avances en la tecnología han contribuido a facilitar algo el aprendizaje de un idioma que, entre otras dificultades, no tiene un alfabeto y cuyo aprendizaje se basa en gran medida en la memorización.

El nacimiento de la Asociación de Antiguos Estudiantes Españoles en China –que preside la destacada periodista Georgina Higueras, también una de las autoras del citado libro- es una loable iniciativa que servirá para unir al cada vez mayor número de personas que han pasado por China para estudiar su idioma u otras materias relacionadas con la República Popular. Muchas de ellas, tras su paso por el gigante asiático, se han destacado y se destacan por su papel  en el fortalecimiento del conocimiento mutuo entre España y China en sectores tan diversos como la educación, la literatura y el arte, la economía y el comercio o las relaciones internacionales.


17 septiembre, 2015

Sobre los "expertos" en China

Después de una relación de más de cuarenta años con China, es frecuente escuchar elogios y muestras de asombro (“¡¿cuarenta años?!”), que señalan que “entonces es usted todo un experto en China”.

Es verdad que en estos cuarenta años he sido testigo directo de, y he podido vivir en primera persona, acontecimientos de significado histórico, al tiempo que también he sido un espectador privilegiado de la evolución y los cambios vividos por la República Popular en las últimas cuatro décadas más importantes, en mi opinión, de su historia moderna.

También es una realidad que China es un país con una historia tan dilatada, con unas magnitudes tan gigantescas, una milenaria cultura propia muy rica y con tan poca influencia del mundo exterior que se me hace difícil imaginar la figura del “experto” en China.

Puede haber especialistas en uno o más campos determinados de China. Especialistas en su historia reciente, en su economía, en un campo determinado de los negocios, en su literatura y arte y en su cultura en general, en el Partido Comunista o en sus relaciones internacionales. Creo, sin embargo, que es muy difícil –por no decir imposible- ser un “experto” en todos los temas importantes que tienen relación con el país.

Por ello me identifico plenamente con el artículo que David Wolf ha escrito en su blog “Silicon Hutong” sobre el tema de los “expertos” en China. David Wolf es Managing Director de Allison + Partner´s y autor del libro “Public Relations in China”. A continuación reproduzco su entrada "No China experts":

I have said this in other fora, and as my book Public Relations in China goes to bookstores I am getting questions from media and others that have caused me to lay out the following disclaimer:

1.    I am not a “China expert.”

2.    There is no such thing as a “China expert.”

3.    Anyone who comes to you claiming to be a “China expert” is either deluded (and thus to be pitied), lying (and thus suspect), or out to separate you from your money (and thus to be avoided.)
4.    You don’t have to believe me. Dr. Fan Gang, the head of China’s National Economic Research Institute and the Secretary-General of the China Reform Foundation (among many other titles), once said as much to a reporter when she asked Dr. Fan and I whether, “as China experts,” we saw China’s economy improving or in decline in coming years. He denied being a China expert, told the reporter that he knew I agreed, and questioned the very existence of anyone who could claim the title of a China experts.
5.    China is too large, too old, and too complex to be sufficiently understood by a single individual. At the very most, we can be “specialists.” We can never be “experts.”
When doing business in China, you thus cannot rely on the counsel of a single individual, regardless of how experienced, well-connected or erudite. Instead, seek and genuinely consider the advice of a range of people of different backgrounds, and in so doing form your own view based on a synthesis of their views.

China “experts” will only get you into trouble.

25 agosto, 2015

Crisis en las bolsas internacionales - China nos afecta

Hace ya casi diez años, en el 2007, escribíamos en Iberchina un artículo titulado "China nos importa, China nos afecta" que, a pesar del tiempo transcurrido, y en vista de las crisis que están sufriendo estos días las bolsas de todo el mundo, creo que sigue siendo de actualidad. Por eso he querido recuperar hoy, a continuación, la primera parte de dicho artículo, sin cambiar ni una sola palabra del mismo:

Desde hace ya décadas, pero de forma especial en estos últimos años, está teniendo lugar en China uno de los procesos de desarrollo económico y social más profundos y espectaculares del mundo.
Muchos expertos coinciden en que es difícil encontrar en la historia reciente un caso similar donde, en tan poco tiempo, un país haya experimentado no sólo cambios tan profundos, sino un desarrollo económico, social, industrial y científico tan destacado; donde la vida de cientos de millones de personas esté cambiando de forma tan rápida y radical.
Mientras una parte del mundo mira con asombro, incredulidad, temor o envidia todo lo que está pasando en China, otra parte parece que no percibe o no quiere percibir lo que está ocurriendo en ese país.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con China, se podrá discutir sobre las ventajas o defectos que sus cambios están introduciendo en la sociedad y en el mundo, o se podrán apoyar o criticar muchos de los fenómenos del proceso chino.
Lo que no se puede es permanecer indiferente ante el mismo o ignorarlo, porque, nos guste o no, todo lo que está pasando en China está ya afectando de forma directa o indirecta nuestras vidas.
China es en estos momentos la cuarta economía del mundo por valor total de su producción, y de seguir a este ritmo podría superar a Alemania el próximo año y quedar en tercer lugar por detrás de Estados Unidos y Japón.
También es ya el tercer importador y exportador mundial, después de Estados Unidos y Alemania.
Podríamos aquí detallar una larga serie de cifras para demostrar la importancia y fuerza de China en la economía mundial, como por ejemplo su importante posición en la energía, la industria del acero, del automóvil, o la electrónica, entre otras.
Más importante que las cifras, sin embargo –hay países que están creciendo más que China- es la relación entre lo que pasa en China y nuestra vida actual y futura.

Muchas de las actuales fluctuaciones de las bolsas internacionales tienen una relación directa con lo que pasa, por ejemplo, en la bolsa de Shanghai. El que Shanghai cierre al alza o a la baja afecta ya diariamente a la mayoría de las bolsas de valores del mundo y por consiguiente influye de forma directa en los ahorros, inversiones y deudas de millones de españoles.
Las subidas en el precio de la gasolina –y en consecuencia del IPC- tienen una relación muy directa con China, el segundo consumidor de energía del mundo.
Los precios y la oferta de muchísimos productos de uso diario, desde textiles y calzado, hasta artículos de consumo, electrónicos o productos industriales, tienen una relación directa con China. Muchos de ellos o ya se fabrican en China, o tienen componentes fabricados en China, o utilizan materias primas cuyos precios los define el mercado chino.
Da igual que una empresa no tenga ninguna relación y ni quiera tenerla con China. Al final, tarde o temprano, es muy probable que esa empresa  se encuentre con un competidor de China en otra región del mundo, o con que su cliente alemán se traslada a China y tendrá que empezar a suministrarle allí, o que por ejemplo su competidor italiano es más fuerte porque está unido a un socio chino.
También podrá encontrarse de la noche a la mañana con que su empresa, o su empresa matriz en otro lugar del mundo, ha sido adquirida por una empresa china (Lenovo, por poner sólo un ejemplo)
Este fenómeno, esta relación directa o indirecta con China, lo podemos extender a casi todos los campos de la sociedad. Lo vemos en el cine –es difícil ya no ver directores o actores o películas chinas premiadas en los principales festivales internacionales-; lo vemos en el deporte y tendremos oportunidad de volver a verlo pronto en los Juegos Olímpicos; lo vemos en la ciencia y tecnología; lo vemos en el turismo; lo vemos en la educación (la demanda por estudiar chino se está acelerando en España).

El artículo completo puede ser consultado pinchando en este enlace.

28 julio, 2015

Caídas de las bolsas chinas, colores y diferencias culturales

Ahora que está tan de actualidad el tema de la caída en las bolsas chinas de Shanghai y Shenzhen vuelvo a reflexionar sobre el tema de las diferencias culturales entre China y Occidente, en este caso en lo relacionado con los colores.

En Occidente, los números rojos son sinónimo de pérdidas y resultados negativos y por eso es una mala noticia que una Bolsa determinada “cierre en rojo”.

En China, sin embargo, el rojo representa lo bueno, lo positivo. Tradicionalmente, por ejemplo, las novias se casaban de rojo. Los billetes de 100 Yuanes son rojos; los sellos y membretes de los organismos públicos y empresas son rojos y el rojo es el color que predomina en las fiestas tradicionales.

En la economía, existe en chino la expresión分红 (literalmente “distribución de rojos”) que quiere decir distribución de beneficios.

Por ello en China las subidas de las bolsas y los beneficios de las empresas se representan en color rojo; mientras que el color verde se utiliza para representar una caída o pérdida de una acción. En la siguiente fotografía se puede apreciar cómo los valores de variación de la acción (sexta columna empezando desde la izquierda) son verdes si son negativos mientras que los rojos son en positivo.




Aunque en español se diga o escriba entonces que la Bolsa de Shanghai “ha cerrado en rojo”, en realidad en las pantallas de la Bolsa lo que destacará será el color verde.

Esta diferencia cultural en lo relacionado con los colores rojo y verde en las finanzas también la apreciamos en Japón y en concreto en la Bolsa de Tokio donde se da el mismo caso que en China.

30 junio, 2015

Mis primeros cuarenta años con China

Este mes de julio se cumplen cuarenta años de mi llegada a China y del comienzo de una relación directa con la República Popular. En este período he residido veinte años en Beijing y he realizado más de doscientos viajes de ida y vuelta a la capital china.

Llegué a Beijing en la fase final de la llamada “Revolución Cultural”, con el Presidente Mao, como se le llamaba entonces, aún en vida; era la China de las Comunas Populares en el campo, de los Comités Revolucionarios como órganos de dirección de todas las entidades del país, de los estudiantes obreros-campesinos-soldados, de los pioneros y los guardias rojos.

Era la China de los “cupones de racionamiento” para la alimentación y la vestimenta y donde una bicicleta, un reloj de pulsera o una radio eran los bienes más valiosos que podían tener sus habitantes; una China de 800 millones de habitantes cuyos principales aliados internacionales eran Albania y Corea del Norte; un país –el más poblado de la tierra- que sin embargo no podía participar en ninguna Olimpíada porque no pertenecía aún al Comité Olímpico Internacional.

Cuando llegué a Beijing, Deng Xiaoping ya había sido restituido de sus cargos en el Partido Comunista y el Gobierno central tras haber sido criticado y perseguido al comienzo de la Revolución Cultural, pero en abril de 1976 volvería a “caer en desgracia” hasta su regreso triunfal en 1978 para convertirse en el arquitecto de la política de reformas y apertura al exterior.

En China fui testigo de la muerte de las tres figuras más importantes del país desde la proclamación de la República Popular hasta mediados de los años 70: el Presidente Mao, el Primer Ministro Zhou Enlai y el Presidente de la Asamblea Popular Nacional, Zhu De; del ascenso de Hua Guofeng como heredero efímero de Mao Zedong y de la caída de la llamada “Banda de los Cuatro” encabezada por la viuda del conocido como “gran timonel”, así como de los sangrientos incidentes de la Plaza de Tiananmen, primero en abril de 1976 y posteriormente en junio de 1989.

Me ha tocado vivir y estar relacionado con China durante la administración de las cinco generaciones de dirigentes del país, desde Mao Zedong hasta Xi Jinping, pasando por Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao.

En estas cuatro décadas he sido testigo de la transformación espectacular vivida por el país, de acontecimientos históricos impredecibles así como de previsiones catastrofistas que nunca se cumplieron.

Ningún seguidor y experto en China pudo predecir el nombramiento de Hua Guofeng como sucesor de Mao Zedong, o la posterior detención de Jiang Qing y su “Banda de los 4” ni muchos de los importantes acontecimientos que han tenido lugar y que aún se están desarrollando en el país. Tampoco las previsiones más optimistas llegaron a imaginar lo que China iba a ser hoy y su posición en el mundo.

La muerte de Mao, la caída de la “Banda de los 4”, los incidentes de Tiananmen, la desintegración de la URSS, la crisis financiera del sudeste asiático en los años 90, el regreso de Hong Kong a la soberanía china, la “primavera árabe” generaron también pronósticos de lo más pesimistas sobre la República Popular, llegando en algunos casos a mencionarse la  posible desintegración del país, el comienzo de una guerra civil, o estallidos de movimientos antigubernamentales incontrolados.

China es hoy, en muchos aspectos, otro país comparado con 1975, más abierto y más “fácil” de entender aunque en el fondo sigue siendo tremendamente complejo e imprevisible. 

Si algo he comprendido en estos primeros cuarenta años de relación con China es la tremenda complejidad del país y las dificultades para comprender, más allá de las apariencias y signos externos, lo que de verdad ocurre en el gigante asiático.




29 mayo, 2015

De “cinturones” y “rutas” y los dolores de cabeza para los intérpretes de chino

Si el idioma chino es ya de por sí difícil de traducir, hay dos elementos que complican aún más la labor de traducción e interpretación: la costumbre china de abreviar las cosas –frecuentemente mediante el uso de cifras- y la complejidad de su sistema numérico.

El último ejemplo de esto es la consigna de las autoridades chinas sobre “El cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI”, una iniciativa económica para el desarrollo del comercio tanto en la antigua Ruta de la Seda, principalmente a través de Asia Central, como una nueva ruta de la seda a través del mar que abarque el Sudeste Asiático, la zona del Golfo, y se extienda hacia el Oeste.

Esta iniciativa ha sido abreviada en sólo cuatro caracteres, “一带一路” (“un cinturón, una ruta”) que se utilizan tanto en el lenguaje oral como en el escrito, para dolor de cabeza de los intérpretes y traductores.  Mientras que la pronunciación en chino de esos cuatro caracteres requiere un poco más de un segundo, su traducción al español requiere como mínimo siete.

Por esa razón, la traducción del chino al español requiere más tiempo y más espacio; mientras que, por el contrario, en el caso del español al chino generalmente se requiere menos.

“Un cinturón y una ruta” es sólo un ejemplo de la facilidad que tiene el idioma chino para abreviar las cosas.

Recuerdo que mi paso por la Universidad en Beijing coincidió con la Guerra entre Irán e Irak, conflicto que, para mi asombro, se denominaba en chino con solo cuatro caracteres (”两伊战争”, “la guerra de las dos ‘I’”). En la mayoría de los casos, cuando se habla de más de un país, en chino sólo es necesario poner el primer caracter de cada uno. Para mencionar las relaciones entre China y Argentina, por ejemplo, sólo es necesario hablar de las relaciones “ 中阿” o “Chi-A”, aunque hay que conocer el contexto ya que un”中阿” o “Chi-A” puede referirse también a China-Argelia, o China-Albania.

El “Decimotercer Plan Quinquenal de Desarrollo”, del cual ya se está empezando a hablar ahora es sencillamente en China “十三五” (13-5); y el “Decimoctavo Congreso Nacional del Partido Comunista de China” es simplemente “ 十八大“ (18-Grande).

Las abreviaturas con uso de números son frecuentes en el lenguaje oficial y coloquial chino lo cual exige al traductor /intérprete estar al día de la actualidad china y estar atento de forma permanente a los medios de información oficiales, escritos, radiofónicos y televisivos.

Pero ésta no es la única particularidad que agrava la dificultad de la traducción/interpretación del chino. La otra es su sistema numérico. Del 1 al 9.999 la cosa es fácil, pero los problemas empiezan a partir del 10.000 (“wan” o) que en China es una unidad numérica. Así 18.000 sería 1 wan y 8.000; o cien mil serán “diez wan” (十万 ), y un millón son “cien wan” ( 百万).

Al llegar a los cien millones surge otra unidad, el “yi” (亿), y así 10 yi equivalen a mil millones. Cuando mayor es la cifra, más difícil es la traducción. En un país como China donde, debido a su magnitud, casi todas las cifras son millonarias, este es con frecuencia un motivo más de dolor de cabeza para los intérpretes.

Cualquier persona con alguna relación con China seguramente habrá podido vivir experiencias en las cuáles se crean grandes confusiones o se cometen errores en la interpretación –más que en la traducción por escrito- de las cifras.

El “descifrar” las abreviaturas y el poder traducir correctamente cifras grandes son pues el origen de muchos dolores de cabeza para los intérpretes de chino, y cualidades imprescindibles en una buena traducción.