06 junio, 2025

El fútbol chino sigue sin levantar cabeza

Tras perder ayer ante Indonesia, la selección china de fútbol, incluso antes de finalizar la fase de eliminatorias, una vez más se ha quedado fuera de una Copa del Mundo, para el enfado y la decepción de millones de sus seguidores.

En realidad, después de que la República Popular China entró oficialmente en la FIFA en 1979, sólo pudo participar en un Mundial, y fue el de 2002, en Corea del Sur y Japón, que como eran los países anfitriones, dejaron más posibilidades a otros países asiáticos.

La "humillación" para la selección China fue aún mayor ya que países como Jordania o Uzbekistán pudieron clasificarse por primera vez para una copa del mundo que tendrá 48 países participantes.

Desde que llegué a Beijing hace ya casi 50 años -y a pesar de que entonces el ping-pong o el bádminton eran los deportes en los que China era fuerte- siempre ví mucho entusiasmo por el fútbol en su población.


Después de su entrada en la FIFA, y de haber intentado, sin éxito, obtener éxitos con directores técnicos locales, en 1992, el alemán Klaus Schlappner, se convierte en el primer Director Técnico extranjero de la selección nacional, lo que provoca un gran entusiasmo en su población.

Sin embargo, ni Klaus Schlappner, ni muchos otros directores técnicos contratados en el exterior, entre ellos el español José Antonio Camacho o el italiano Marcello Luppi, pudieron hacer que la República Popular se clasificase para una Copa del Mundo, con la excepción del caso ya citado del Mundial de Corea del Sur-Japón.

Podemos decir que "China lo intentó todo": organizó una Liga o Campeonato con equipos profesionales en los cuales participaban no sólo técnicos, sino también jugadores extranjeros, pero la corrupción y los engaños en el tema de las apuestas deportivas influyeron muy negativamente en el sano desarrollo de este deporte.

Alcanzó acuerdos con otros países y equipos de fútbol europeos y sudamericanos para abrir escuelas de fútbol a lo largo y ancho del país. Incluso llegó a enviar al exterior a niños y jóvenes para que se entrenaran en equipos de fama mundial.

También llegó a conceder nacionalidad china a jugadores extranjeros como el brasileño Serginho, o el británico Tyias Browning, integrantes de la actual selección.

Ninguna de estas medidas tuvo efectos positivos, y por el contrario las participaciones de su selección en las eliminatorias de los últimos años ha ido de mal en peor.

Los medios chinos, por ejemplo, destacan hoy que hacía 38 años que China no perdía un partido de fútbol ante Indonesia.

La pregunta que se hacen sus aficionados es por qué en el segundo país más poblado del mundo no se pueden encontrar once buenos jugadores, y por qué países como Uruguay, por ejemplo, con la población de un barrio de Beijing, no hace más que aportar jugadores de calidad en el fútbol mundial.

Y aquí entramos en el quid de la cuestión y es que, en mi modesta opinión, ni los factores demográficos ni todo el dinero del mundo pueden garantizar el tener una buena selección del mundo.

Con esa "lógica" demográfica de encontrar buenos jugadores entre cientos de millones de personas, con la excepción de Brasil, las mejores selecciones deberían ser las de India, China, Estados Unidos, Indonesia, Pakistán, Nigeria o Bangladesh.

Si nos centramos en el tema del dinero, ningún país latinoamericano ni muchos de los europeos podría destacar en el fútbol mundial, ya que hay muchos países con rentas per capita mucho más altas que la de los campeones mundiales en la historia del fútbol mundial.

Y aquí nos encontramos con lo que, modestamente, considero el quid de la cuestión, y eso se llama tradición.

Como dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano, en Uruguay "...los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol".

Como indicaba en una entrada de hace algunos años sobre este tema, desde que los ingleses, al introducir el ferrocarril en mi pequeño país, trajeron lo que en chino se llama 足球 (pelota de los pies), ese deporte se transformó en una tradición en Uruguay. Lo jugábamos y lo juegan los niños y jóvenes en las calles, en los parques, en las escuelas, algunos descalzos, otros con zapatillas normales, y a veces sin siquiera tener una pelota de fútbol de verdad. "Con cinco medias hicimos la pelota...." dice la canción "Chiquillada" del uruguayo José Carbajal.

El fútbol, como la música o la gastronomía, es un tema de tradición. La mejor paella se come en España o el mejor Pato Laqueado en China, porque hay toda una tradición y una historia detrás. 

Otro factor importante es lo que nosotros llamamos "la garra charrúa", el orgullo de representar a un país y dejarse el alma en la cancha. ¿Cómo sino se puede explicar el caso de Corea del Norte, que no sólo ya ha participado en dos mundiales, sino que tuvo en el de Inglaterra de 1966 una actuación excepcional?

Es verdad que cada vez más es el dinero lo que mueve al fútbol; pero también es verdad que los niños que veo en Uruguay o en España jugando al fútbol en las plazas, espacios públicos o incluso en la calle, algunos de ellos descalzos, lo hacen porque les gusta, les apasiona.

Sin embargo, en los casi 50 años de relación con China, no he visto esas imágines de niños o adolecentes jugando a la pelota en lugares públicos del país.

China es el país al cual llegué con 17 años de edad y con el cual, hasta ahora, sigo directamente relacionado, y por eso me duele que su selección no se haya calificado para el mundial del año próximo, y más me duele la decepción, la rabia, la impotencia de sus habitantes que desean ver a su selección entre las mejores del mundo.

La decepción entre el pueblo chino es tan grande que entre las entradas en las redes sociales del país, una de las más vistas y comentadas ha sido la del actor de cine Pan Yueming quien dijo que "incluso cuando en el próximo mundial participen 48 países, la única opción que tiene China de participar en una Copa Mundial será cuando sea el país organizador."

Cuando el tema de la corrupción y los problemas con las apuestas deportivas se resuelva, y cuando vea a niños y jóvenes jugando al fútbol en plazas y calles del país quizás sí entonces el fútbol chino tenga futuro.

@PabloRovetta

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