El nuevo líder del Partido Comunista
de China y próximo Presidente de la República Popular, Xi Jinping, estudió química
en la Universidad de Qinghua (también conocida como Tsinghua) entre los años
1975-1979. Por esas vueltas de la vida, yo también estudié y viví en esa
universidad entre los años 1977 y 1982, o sea que coincidimos tres años en el
mismo centro de estudios.
En este sentido, podemos decir que somos lo que en chino se llama “校友”, o en inglés alumni, ex-estudiantes de una misma Universidad.
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| Xi Jinping |
Podría decir que le conocí y que aún
me acuerdo de él, y nadie podría negarlo. Pero, aparte de que no me gusta
mentir, incluso en el caso de que le hubiese conocido sería imposible acordarme
de él. Lo que sí puedo, creo, es intentar imaginar cómo fueron esos años para
el hombre designado ahora a dirigir los destinos de la nación llamada a
convertirse en la primera potencia del mundo.
En primer lugar hay que decir que
Qinghua y la Universidad de Beijing (o “Beida”) han sido y son las dos mejores
universidades de China.
De hecho, el antecesor de Xi, y aún
Presidente de la República Popular China, Hu Jintao, también estudió en
Qinghua, lo mismo que el ex Primer Ministro Zhu Rongji, pero ambos antes de la Revolución
Cultural.
Podemos decir que Xi es el primer
dirigente chino que desde su juventud vivió de forma directa y activa la China
más radical de los años 60 y 70.
Tanto Qinghua como Beida tuvieron un
papel muy destacado durante los años de la Gran
Revolución Cultural Proletaria y fueron una de las principales
trincheras del movimiento de los guardias rojos llamado a “bombardear el
cuartel general burgués”.
Cuando, ya entrados los años 70, el
fervor y las movilizaciones de la Revolución Cultural se fueron apagando
paulatinamente, se restablecieron las clases en los centros de enseñanza del
país, y las universidades se abrieron a los llamados “estudiantes obreros-campesinos-soldados”.
La lealtad y el fervor revolucionario eran elementos claves, más que los
conocimientos, para entrar en las universidades, donde no se aplicaba entonces
el sistema de exámenes de ingreso.
El hecho de que Xi Jinping hubiese
entrado nada más ni nada menos que en Qinghua en 1975 –un año después de ser
admitido como miembro del Partido Comunista con solo 21 años- es una muestra de
que gozaba del apoyo de las autoridades, a pesar de que su padre, Xi Zhongxun, veterano dirigente del
Partido, había sido una de las víctimas de la considerada línea izquierdista incluso
antes de la Revolución Cultural. (De hecho, Xi fue “purgado” en 1962)
Aquí encontramos pues la primera dicotomía
entre el hecho de provenir de una familia “víctima” de la línea izquierdista del Partido,
y a su vez ser él un verdadero privilegiado que accedía a la mejor universidad
de ciencias del país.
Los estudiantes de Qinghua, además,
jugaron un papel muy activo y fundamental en la última caída en desgracia de
Deng Xiaoping, en abril de 1976, cuando participaron activamente en la
represión de un movimiento popular en la plaza de Tiananmen que pretendía
homenajear, en el día de los difuntos, al recientemente fallecido primer
ministro Zhou Enlai, y en el movimiento político “antiderechista” que le
siguió.
A Xi Jinping, pues, le tocó vivir en
Qinghua de forma muy directa y activa por un lado los últimos años de la
Revolución Cultural, y por el otro los primeros años de la reforma que Deng
Xiaoping, ya rehabilitado, comienza en diciembre de 1978.
Los años que pasó en Qinghua fueron algunos
de los más convulsos de la historia de China, y en concreto el de 1976 que
comenzó con la muerte de Zhou Enlai, Primer Ministro y mano derecha de Mao
durante décadas. Ya entrado el Año del Dragón, le siguió en abril la caída de
Deng Xiaoping y otro movimiento político “antiderechista”; en julio el
terremoto de Tangshan, muy cerca de Beijing y uno de los más devastadores de la
historia reciente de la humanidad; en septiembre la muerte de Mao Zedong y en
octubre la detención y caída de la llamada “Banda de los Cuatro”, encabezada
por Jiang Qing –viuda de Mao- y otros tres dirigentes de la considerada como el
ala más izquierdista en el Partido.
Es más, seguro que en sus últimos dos
años en Qinghua tuvo que, de alguna manera, sufrir la humillación y el desprecio
de los nuevos estudiantes que entraban ya a través de un estricto sistema de
exámenes mientras los últimos cursos de los obreros-campesinos-soldados iban
graduándose. Al mismo tiempo, con la rehabilitación de su padre en 1978,
también seguro que fue objeto de envidia por ser un “hijo de alto dirigente”.
Esta es la segunda dicotomía que encontramos por su paso en la Universidad.
Los que estudiamos y vivimos esos
años en Qinghua, nos podemos imaginar a un Xi Jinping compartiendo una
habitación minúscula, con otros cinco compañeros de estudio, donde a las nueve
de la noche se apagaba la luz.
A las seis de la mañana los altavoces
de la Universidad lo despertarían con la canción “El este es rojo” y saldría
corriendo, después de lavarse la cara y los dientes con agua helada, a hacer la
sesión diaria de gimnasia para “fortalecer los movimientos deportivos e
incrementar la salud del pueblo”, según la cita de Mao.
A las 06:30, los altavoces
transmitirían las noticias de la mañana mientras los estudiantes se encaminaban
a los comedores para el desayuno, y luego a las aulas de clase, con sus “chaquetas
Mao” y una bolsa de tela verde con sus cuadernos y libros de texto.
Después del almuerzo y una corta
siesta, asistiría a las clases de la tarde y a partir de las 16:30 seguramente
saldría a hacer deporte como la mayoría de sus compañeros. Por la noche,
después de haber cenado a las 18:00, participaría en sesiones de estudio
político, iría a estudiar a la biblioteca (donde la luz no se apagaba a las 9
de la noche), y en verano, una o dos veces al mes asistiría con un banquito
plegable a ver cine al aire libre. En sus primeros año svería las típicas
películas revolucionarias como “Los guerrilleros del ferrocarril” y alguna
película de Corea del Norte o de Albania.
En sus últimos años en Qinghua ya
podría haber visto películas cómicas como “La doble felicidad llama a la
puerta”, u otras más “liberales” del cine yugoslavo o rumano.
En la época de las cosechas o tareas
importantes en el campo, asistiría con sus compañeros a realizar tareas
agrícolas en alguna Comuna Popular cerca de Beijing, seguramente a la Comuna
Popular “Siempre verde” donde también tuve la oportunidad de trabajar. También,
en lo que se conocía como “Escuela de puertas abiertas”, seguramente le tocó
trabajar en alguna fábrica de la capital y pasar unas semanas en algún cuartel
militar.
Nosotros, los estudiantes
extranjeros, teníamos más “privilegios” como por ejemplo vivir dos personas en
una habitación, tener una hora de agua caliente al día (de 5 a 6 de la tarde,
lo que implicaba lavarse con agua helada en los inviernos de temperaturas bajo
cero) y poder comer carne todos los días.
Xi, como la mayoría de los
estudiantes chinos, se ducharía una vez a la semana en los baños públicos y
aprovecharía el domingo para lavar ropa o darse una vuelta por el centro de la
ciudad. En esos días cuando se iba al centro se decía “entrar a la ciudad”, ya
que Qinghua quedaba a casi una hora en bicicleta del centro de Beijing.
Los
domingos, además, los comedores de la universidad servían sólo dos comidas (una
a media mañana y otra a media tarde) en lugar de las tres del resto de la
semana.
Para el año nuevo chino, la fiesta
más importante del país, se tomaría una o dos semanas para volver a visitar a
su familia (su padre había sido liberado en 1975 y trabajaba en una fábrica de
la ciudad de Luoyang), y en la Universidad seguramente le regalarían una caja
de huevos u otros alimentos “especiales” que las autoridades entregaban en esas
fechas a la población.
En el momento de su graduación, en
1979, su padre ya había sido “rehabilitado” y comenzó a ocupar puestos de
dirección en Guangdong, mientras que Xi Jinping comenzó a trabajar directamente
en el Consejo de Estado y en la Comisión Militar del Partido, empezando así una
carrera política que lo ha llevado a dirigir los destinos del país más poblado
del mundo en su camino hacia la meta de convertirse en la primera potencia
económica del planeta.
(El autor, cuarto en la última fila empezando desde la derecha, con sus compañeros de Qinghua, donde había entrado en 1977, durante su graduación en 1982)
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