31 marzo, 2024

La apasionante historia de la "Biblioteca China" en Uruguay

En el año 1954, en un artículo publicado por el diario EL PAIS de Uruguay, se indicaba que “Montevideo tiene el mayor tesoro cultural de una civilización que tiene cinco mil años, y casi nadie lo sabe”.  Hoy podemos decir que “Montevideo tuvo el mayor tesoro cultural de una civilización que tiene cinco mil años” y los que pudimos saber los detalles de esto -no lo suficientemente conocidos y destacados en la historia de las relaciones entre Uruguay y China- debemos agradecerle al investigador y escritor uruguayo Alfredo Alzugarat por su obra, publicada en el 2014,  “De la dinastía Qing a Luis Batlle Berres-La historia de la Biblioteca China en Uruguay”

Lo que Alfredo Alzugarat llama correctamente la “Biblioteca China” es la “Bibliothèque Sino-Internationale” (中国国际图书馆) (BSI) establecida en Ginebra en 1932 y que comenzó a ser  trasladada íntegramente de forma secreta a Uruguay en 1951. Posteriormente, en 1993, cinco años después del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Uruguay y la República Popular China, su núcleo principal se envió a Taiwán, también en el mayor de los secretos.

La BSI fue una biblioteca y agencia cultural cuyo objetivo era mejorar el conocimiento de la vida y la cultura china en todo el mundo. Llegó a tener más de 200.000 volúmenes de libros -algunos de ellos verdaderas joyas bibliográficas de la dinastía Ming, aparte por supuesto de la posterior dinastía Qing- además de pinturas, caligrafías, fotografías o instrumentos musicales.

Toda esta historia está rodeada de acontecimientos y personajes dignos de un libreto de intriga, suspenso, guerras y espionaje, y me es imposible hacer el más mínimo de los resúmenes en este blog. Además, no son pocos los hechos y el papel jugado por algunos de sus principales actores, que aún no están lo suficientemente claros, o sobre los cuales existen diferentes versiones o preguntas sin respuesta. Es posible que en próximas entradas de estas "Reflexiones Orientales" me centre en alguno de esos hechos, que pueden además ser encontrados en el libro de Alfredo Alzugarat.


En todo caso, el objetivo ahora es anunciar que del 11 al 13 de abril tendrá lugar en Ginebra el coloquio internacional “Promoción de la cultura y de las artes chinas, 1930-1950. Alrededor de la Biblioteca Sino-Internacional de Ginebra” en el cual participarán importantes académicos e investigadores de la República Popular China, Taiwán,  Suiza, Francia, Estados Unidos... y Uruguay.  

En efecto, Alfredo Alzugarat es una de las personalidades invitadas a este coloquio, y será la primera vez que el tema de la Biblioteca China en Uruguay sea tratado en un acto académico internacional. Antes de su viaje a Suiza tuvimos la oportunidad de entrevistarle en estas “Reflexiones Orientales”, con el deseo de que esta entrevista, y la posterior realización del coloquio de Ginebra, ayude a dar a conocer y aclarar muchos aspectos de esta apasionante história. A continuación, el texto completo de la entrevista:


-             La primera edición de tu libro se publicó en el año 2014; y en el 2019 publicaste en la Revista de la Biblioteca Nacional un ensayo titulado “La Biblioteca Nacional y la Guerra Fría: El episodio de la Biblioteca China” ¿Cuándo, cómo y por qué surge tu interés por investigar este tema, por cierto tan apasionante?

 -            Yo trabajaba en el Departamento de Archivos e Investigaciones Literarias de la Biblioteca Nacional de Uruguay (BNU) y había elegido estudiar el Archivo del profesor y escritor José Pedro Díaz. Su Archivo contenía, entre otras joyas, un diario de juventud, manuscrito, que se vio necesario transcribir por la numerosa información que podía poseer con respecto a la Generación del 45, una de las más importantes de este país y de la que Díaz fue un destacado integrante. En determinado momento tropecé con la sigla “BSI” de la que no tenía la menor referencia. Por internet supe de su significado. Allí empezó todo. Yo sabía que una biblioteca china había pasado por la BNU pero no tenía idea de su importancia. Un viejo funcionario me dijo que hablara entonces con Carlos Maggi, otro gran integrante de la Generación del 45 y muy amigo de José Pedro Díaz. El testimonio de Maggi, ya nonagenario pero de brillante lucidez, fue el mas firme punto de partida. Después, a partir de mi interés en el asunto, me fue entregada toda la documentación de la BSI que aún permanecía en la BNU.

 

 -            ¿Cuánto tiempo te llevó la investigación, cuáles fueron tus principales fuentes y tus mayores dificultades?

 -            La investigación para que se concretara mi libro duró alrededor de dos años pero luego de la publicación, continuó hasta ahora, siempre cosechando nuevos datos. Las principales fuentes, además de Maggi y de lo que yo llamé Archivo de la BSI, que contiene toda la documentación que quedó aquí en Uruguay, fue también muy importante para mí el Archivo Histórico Administrativo de la BNU, donde se conservan todas las gestiones de la misma, incluido los informes de los directores a los ministros de Cultura. El asunto me obsesionó desde un principio y, más allá de comprender su magnitud y enorme significado, yo quería llegar al origen de esta biblioteca y porqué había llegado a Uruguay. Eso me llevó a investigar la vida de su fundador, Li Yu Ying, cuyo nombre se me aparecía por todas partes y vinculado a campos muy diferentes, el anarquismo chino, la importancia de la soja, la caída de la monarquía. Más me internaba en ese laberinto, más apasionante me resultaba. Mi mayor dificultad era no saber chino aunque también tuve que valerme de algunos compañeros del Departamento que conocían a profundidad el idioma francés, que era la lengua franca que utilizaban los chinos por los años 50 del pasado siglo. Fue decisiva la ayuda que me prestó el arquitecto chino-uruguayo Cheung Koom Yim, quien en su juventud había sido usuario de la BSI, y que me transcribió al piyin los numerosos nombres propios chinos, diferentes según el idioma occidental desde el que se los expresara, y que provocaban en mí una gran confusión. Debí estudiar también mucha historia de China, fundamentalmente desde los albores de la dinastía Qing hasta la Revolución.

 

Alfredo Alzugarat

 -            Es interesante que en el año 1950, cuando con excepción de Suiza y los países nórdicos en Europa Occidental, prácticamente ningún país occidental reconocía a la República Popular China, y mucho menos en todo el continente americano, la BSI piensa en Uruguay para el traslado de la biblioteca completa. Dentro de América Latina, además, había muchas naciones con una larga historia de relaciones con el mundo chino, desde siglos atrás, y con relaciones diplomáticas con la llamada “República de China” establecida en Taiwán. Es por ejemplo el caso de Argentina. Lo mismo pasaba con otros países de habla francesa en Europa  (Bélgica o Francia) o incluso con la misma España. ¿Cuál o cuáles fueron los factores que llevaron a la BSI hasta Montevideo?

 -            Este es un punto que merece todavía una mayor profundización. El mayor relacionamiento de Li Yu Ying con Occidente se realiza a través de Francia, allí estudió en su juventud, fundó una fábrica de derivados de la soja, creó numerosas instituciones culturales y científicas de intercambio entre ambos territorios, soñó con unir el enciclopedismo chino con la Enciclopedia de Diderot, fundó la Universidad Franco China con sede en Lyon, etc, etc. La lógica hubiera sido que la BSI fuera trasladada a Francia que, aparte de estos antecedentes y de la cercanía geográfica, reconoció al nuevo gobierno chino recién a mediados de los años 60. Informaciones recientes, posteriores al libro, muestran que hacia 1949, cuando tras la Revolución surge la necesidad imperiosa de trasladar la BSI, esta tenía por destino la ciudad de Nueva York, donde Li Yu Ying y sus allegados poseían un edificio en el Riverside, a orillas del Hudson. Hubo prensa neoyorquina que daba como un hecho inmediato el traslado de la BSI a Nueva York. Con respecto a Latinoamérica, una antigua funcionaria de la BNU, que trabajó como oficinista en la BSI, me aseguró que la Biblioteca había sido ofrecida a Argentina, donde había una embajada de China, pero que Perón la había rechazado. Nunca pude obtener la menor comprobación de sus dichos. A medida que ha ido avanzando la investigación me he ido convenciendo y reafirmando que había una necesidad de ocultarla, de esconderla ante el mundo y sobre todo, ante el nuevo gobierno chino. Los hechos eran tan recientes que Taiwán tampoco ofrecía seguridad para que se la llevara allí. Uruguay, en cambio, reunía todas las condiciones: nunca había tenido relaciones con China y poseía en aquel momento un entorno de estabilidad política y económica que les brindaba la deseada seguridad de que nadie la reclamaría. Prueba de lo que afirmo es la llegada de la BSI al puerto de Montevideo sin aviso público. Según Maggi, Li Yu Ying exigía que todo debía realizarse dentro del mayor secreto posible. También por esta razón se la inauguró oficialmente recién en 1967, cuando Uruguay establece relaciones diplomáticas con Taiwán,16 años después de haber llegado al país y de permanecer oculta en sótanos de la BNU.

 

-             En tu libro indicas: “Esta es la historia de una biblioteca que quizás nunca debió haber llegado a Uruguay, y es también la historia de una biblioteca que nunca debió haberse ido de Uruguay” ¿puedes explicarnos esta reflexión?

-            Bueno, con esa oración quise demostrar lo paradójico de la situación, rayana con lo absurdo incluso. Estaba fuera de toda lógica que la BSI llegara a Uruguay y permaneciera aquí por más de 40 años,pero quienes impulsaron de manera entusiasta su acogida, (creo que Maggi fue el principal impulsor de la misma) tenían la firme esperanza de que la BSI permaneciera para siempre en Uruguay. Basta leer los documentos a través de los cuales se le otorgó personería jurídica, las trabas legales ante una posible intención de retiro de la misma, etc. para convencerse de que la idea era tenerla para siempre del mismo modo que hoy los más importantes museos europeos poseen tesoros culturales de grandes civilizaciones del pasado. De haberse concretado esta ilusión, la permanencia de esta Biblioteca hoy en Uruguay sería de enorme importancia dado el nivel que ha alcanzado el intercambio económico principalmente, pero también cultural, con la China Popular.


 -            También te preguntas ¿cómo comprender el interés del Estado uruguayo en esta biblioteca, todos los gastos que se pagaron, sobre todo cuando la biblioteca nunca pasó a ser propiedad del Estado? ¿Cómo lo explicarías?

-            En su mayor parte esto está contestado en la respuesta anterior. Uruguay, en el comienzo de los años 50 del pasado siglo, estaba pasando por una etapa  de auge y por un momento debió asomar la idea de que todo le era posible. Éramos la Suiza de América, había prosperidad económica, éramos hasta campeones mundiales de fútbol. (Aún hoy se recuerda esa época como “la de las vacas gordas”). Entonces se pensó que hasta era posible darle refugio y poseer tesoros culturales de una civilización milenaria como la China y hasta participar activamente de la Guerra Fría, evitando que esos tesoros “cayeran en las garras o el zarpazo del comunismo internacional”.


 -            Tu dices que “es improbable que China Popular estuviera al tanto del asunto” (de la presencia en Uruguay de la BSI) y que este tema no fue uno de los puntos tratados durante las negociaciones para el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Uruguay y la República Popular China. También destacas que tampoco parece que la embajada de la República Popular pusiese mucho interés en la BSI cuando aún estaba completa en Uruguay. ¿Es así? ¿A qué lo puedes atribuir?

 -            Yo no tengo suficiente información sobre el interés que pudo o puede tener la República Popular de China sobre la BSI. En el transcurso de la investigación, tuve ocasión de acceder, vía mail, al contador Enrique Iglesias, que desde su jerarquía de canciller del Uruguay fue quien llevó adelante el establecimiento de relaciones con China Popular a mediados de los años 80, inmediato a la restauración democrática. Me aseguró que él conocía de la existencia de la BSI, que pensaba que la misma podía ser una condicionante para el establecimiento de relaciones, pero que nada de eso sucedió. Hoy digo también que semanas antes, el director de la Biblioteca Nacional, Carlos Liscano, me contó que había tenido un encuentro ocasional con el contador Iglesias y que al mencionarle mi investigación, Iglesias le había afirmado que la BSI había sido uno de los puntos de negociación para el establecimiento de las relaciones. Al escribir el libro, yo contaba sin embargo como única prueba documental con el mensaje escrito de Iglesias y opté por dejar entre paréntesis toda otra versión del asunto. Puede ser algo para profundizar.   

 

 -             Tengo entendido que la BSI no fue traslada de forma completa a Taiwán, y que aún quedan piezas en la Biblioteca de Montevideo. Estas piezas, ¿están organizadas? ¿qué tipo de piezas son? ¿Tienen un espacio especial donde aún pueden ser visitadas por el público en general? ¿Podrían seguir siendo un elemento de ayuda para todos aquellos interesados en la cultura china?

 -            Taiwán, a través de la Oficina de Negocios que aún la representaba tras la ruptura de relaciones, gestionó para llevarse todos los libros clásicos de la Antigüedad China, el corazón de la BSI,principalmente las enciclopedias elaboradas en los comienzos de la Dinastía Qing. Esto significaba el 65% dela BSI. El resto, que incluía los libros donados por la Sociedad de Naciones, objetos artísticos como pinturas, tapices, esculturas, instrumentos musicales, fotografías, una colección de dibujos de niños chinos,etc., aún permanecen parcialmente en la BNU. La desidia, la falta de control y de interés, son razones dolorosas que busco para explicarme como la mayor parte de lo que quedó ha desaparecido. Basta para ello comparar el listado de lo que se donó al momento del retiro de la BSI y lo que aún se encuentra. Hoy, en la Sala de Materiales Especiales, se conserva un armario con toda la documentación, la colección completa de dibujos de niños y otras piezas de la BSI que aún permanecen. En la entrada de la Sala, a la vista de cualquier persona, pueden apreciarse tapices, pinturas, muebles, dos instrumentos musicales, un ábaco. Los miles de libros de la sociedad de Naciones también se conservan aunque no en su totalidad. Para el acceso a este material se exige una autorización especial de la Dirección de la BNU y credenciales de investigador.

  

-             El coloquio que tendrá lugar en Ginebra va a concentrar a destacados estudiosos del tema provenientes de universidades o bibliotecas, tanto de la República Popular China como de Taiwán, Suiza, Francia y Estados Unidos, aparte de ti, que serás el único ponente en español. ¿Podríamos decir que se trata del encuentro internacional más importante que se vaya a realizar sobre la BSI?

-        No solo creo que es muy importante, sino también el único que yo sepa que se ha realizado sobre la totalidad de su existencia: el período ginebrino, rico en eventos y publicaciones propias; el pasaje por Uruguay con todas sus tribulaciones y su permanencia en Taiwán, así como estudios orientalistas directamente vinculados con la BSI, en especial en lo que tiene que ver con la difusión de la música china en Occidente. Creo que significará un salto sustancial en la investigación y conocimiento de esta Biblioteca que ha sido considerada la mayor joya cultural de China en Occidente.    

 

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Referencias:

"De la dinastia Qing a Luis Batlle Berres : la biblioteca china en Uruguay". Alfredo Alzugarat. Biblioteca Nacional del Uruguay - Departamento de Investigaciones y Archivos Literarios. Primera Edición: 2014. Segunda Edición: 2019. ISBN 978-9974-550-92-6 

https://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_Sino-Internacional

https://bibliosinoint.ch/wp/en/symposium/


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