16 mayo, 2019

Una vez más, en memoria de María Lecea "madre del hispanismo chino"

"Si el mundo se compusiera mayoritariamente por ciudadanos como ella, ¡qué dichosos estaríamos todos!" indica el Profesor Dong Yansheng en el prólogo al libro "El viaje de una vida. Memorias de María Lecea", publicado por la Editorial Universidad de Granada y que se presentó ayer, 15 de Mayo, en esa ciudad.

Estas palabras del afamado profesor -traductor del español al chino de "El Quijote"- y a quien en mi juventud en Beijing, llamábamos cariñosamente "El tío Tom", creo que son el reflejo no sólo de lo que piensan todos los ciudadanos chinos que fueron sus alumnos y colegas, sino también de aquellos que tuvimos, como es el caso de mi familia, el gran honor de conocerla, en nuestro caso en el Hotel de la Amistad.



En el año 2014, el entonces Embajador de España en China, Manuel Valencia, organizó un acto en homenaje a la profesora, "madre del hispanismo chino" como la define Dong en el prólogo, durante el cual anunció poner su nombre el Centro de Recursos de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Embajada. 

Aproveché entonces esa oportunidad, y quise contribuir modestamente a ese homenaje publicando en mis Reflexiones Orientales una crónica titulada "Homenaje a María Lecea; el idioma español en China; exilios y desexilios" que los interesados pueden leer pinchando aquí.

El libro, como lo dice su título, son recuerdos en primera persona -ordenados por su hija, Ana María Melendo Lecea, nacida en China- de una agitada vida que la llevó a huir de España en 1939 junto con su compañero Ataúlfo, dirigente del Partido Comunista en Alicante, y la llevó a Argelia (en dos oportunidades), la URSS -donde vivió las penurias de la invasión nazi-, China (también dos veces), para terminar en Málaga.

Su primer viaje a China -junto con su esposo, su primer hijo nacido en la URSS, Manuel y una sobrina de Ataúlfo- lo hace en 1955, llegando a Beijing después de nueve días en tren junto con otros españoles que Moscú envía para que se dedicaran a la enseñanza del español, y trabajaran en las primeras emisiones de Radio Pekín y las primeras publicaciones chinas en español.

Es una pena que debido a mis limitaciones aún no he sido capaz de encontrar el nombre de todos esos republicanos. Sí se confirma en el libro la presencia del arquitecto Luis Lacasa -responsable, junto con Josep Lluís Sert, de diseñar el último Pabellón español de la República en la Feria de París donde se expuso el Guernica- y de sus dos hijos, Amaya y Jorge. A este último también he tenido el gran gusto de conocer a partir de los años ochenta y mantuve interesantes tertulias sobre su vida en la China de entonces.

La parte del libro dedicada a sus dos estancias en China, lamentablemente, se nos quedan cortas para los seguidores del país, pero vale mucho la pena leer este libro para conocer sus antecedentes, la dura vida que tuvo que pasar en la URSS, las comparaciones que hace con la República Popular. Es digno de mencionar y por lo menos para mí es un ejemplo, el buen sentido del humor, su sonrisa, después de todo lo sufrido.

En efecto, María Lecea estuvo en China entre 1955 y 1964, cuando regresa a Argelia, y en una segunda etapa, de 1984 a 1989. Los demás detalles figuran en el libro y algunos de ellos en mi crónica del 2014. Una de las personas a las cuales menciona es a la profesora Chen Chulan -también pionera del estudio y enseñanza del español en China- , "una de los tres profesores con quienes trabajábamos".

Cuando se ven obligados a salir de Alicante, atacados por las tropas franquistas, dice que "estábamos seguros de que las cosas pronto cambiarían y podríamos volver". La derrota de los nazis en la IIª Guerra Mundial "nos hacía pensar en el próximo regreso a España". Lamentablemente, las cosas no fueron así.

Aunque sin la mínima intención de querer comparar el caso de mi familia con la suya, creo que después de dos años exiliados en Buenos Aires y diez en China, me siento más cercano o puedo quizás imaginar sus grandes penurias, en especial en la época de la II Guerra Mundial. "Uno echa de menos las costumbres de su tierra -dice- cuando se ve largo tiempo privado de ellas, y una de las cosas que más se añoran...es la comida". Qué sencilla y "sin sentido" puede resultar esta frase para quienes no se han vistos obligados a huir de su país, pero cuánta razón tiene, cuántas cosas se esconden detrás de la misma, y creo que la puedo entender muy bien, como todos aquellos que en el pasado y en el presente -como el caso de Venezuela- se ven obligados a salir de su país.

El exilio es algo muy duro, independientemente del país a donde se vaya. La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi -ella misma exiliada durante un tiempo en España- dijo una vez que para los filósofos pesimistas griegos "lo mejor es no nacer. Pero en el caso de nacer, lo mejor es no ser exiliado". Desgarradora frase que muestra con toda la crueldad posible la dureza del exilio.

Y más duro aún es el "desexilio", como comento en mi crónica del 2014. La última vez que la vimos en China, su gran preocupación era obtener una pensión para poder vivir con dignidad los últimos años de su vida. Lamentablemente no sé si lo consiguió o no.

María Lecea fue condecorada en España y en China; ella, "Pepe" Castedo, otros republicanos españoles y muchos latinoamericanos de varios países de la región- incluidos algunos gobiernos e instituciones- fueron los artífices -junto con las autoridades chinas- de lo que hoy es el español en China. 

Ahora que muchas autoridades de España -donde la lengua de Cervantes está cada vez más perseguida- "sacan pecho" del auge del español en China, como si esa lengua fuera monopolio único del país ibérico, y se hubiese "descubierto" hace sólo unos pocos años en la República Popular, es cuando más que nunca hay que recordar cómo nació en el país asiático su estudio, en condiciones extremadamente difíciles para todos.

Por eso mi enhorabuena a la Editorial Universidad de Granada por esta iniciativa, para que casos como el de María Lecea no queden en el olvido. Como lo decía en el 2014, lamentablemente soy muy pesimista, y ojalá pueda equivocarme.

@PabloRovetta

2 comentarios:

  1. María Lecea fue una gran señora y una de las mujeres que más ha hacho por la difusión correcta del castellano en el extranjero. Tuve el honor de conocerla y de compartir muchos momentos con ella tanto en China como en Málaga.
    Gracias, Pablo Rovetta, por esta crónica tan sentida.

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  2. Gracias Fernando. Coincido plenamente contigo. En Moscú estuvo de 45 al 55 enseñando español; en China del 55 al 64 y luego del 84 al 89; y no nos olvidemos de Argelia.... Que suerte que pudiste conocerla más que nosotros, en Málaga, ya que en 1989 le perdimos la pista. Llevo años intentando meterme en los agujeros negros de los hispano-parlantes en China, incluso antes de la Repúbica Popular, por ejemplo en Shanghai. Pero es muy difícil. Casos como el de María Lecea, aparte de las condecoraciones que le dieron, creo que se merecen un poco más, sino terminarán en el olvido. Yo mientras pueda, seguiré intentando atar cabos. Gracias por tu lectura y comentarios. Un abrazo

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