06 septiembre, 2019

Merecido homenaje a Pepe Castedo. De la Guerra Civil Española a la China de Mao

Los seguidores de mis reflexiones, saben que en más de un oportunidad, he hecho referencia a que si el idioma español está ahora tan de moda en China se debe en primer lugar, al interés y esfuerzo de las autoridades, profesores y estudiantes chinos; a un reducido grupo de republicanos españoles y al mismo tiempo de personas de diversos países latinoamericanos y a gobiernos como los de Cuba, Chile o México, entre otros.

Entre esos pioneros de la enseñanza de la lengua de Cervantes figura el español Pepe Castedo; un republicano que, a diferencia de sus otros compatriotas (como por ejemplo María Lecea) no llegó a la capital china procedente de Moscú y enviado por el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética).

Ha sido motivo de alegría para mi, y de emoción al leerlo, saber que Xulio Ríos, Director del Observatorio de la Política China, acaba de publicar una reseña biográfica sobre el veterano profesor de español, a quien tuve oportunidad de conocer desde mi llegada a Beijing en 1975.


La reseña es muy interesante, está muy documentada, y relata una serie de hechos que reconozco eran completamente desconocidos para mí. Si lo más importante de un libro es su contenido, sin embargo, como hijo de librero no puedo dejar de mencionar la excelente edición y encuadernación del mismo, por parte de Teofilo Editions, y más en estas épocas tan electrónicas.

No voy a contar aquí la vida de Pepe Castedo. Para eso está la biografía de Xulio Ríos, que  se puede leer fácilmente en un día. Sí me gustaría recordar que llegó a China en el año 1964, a través de París. El cómo y el por qué son una de las tantas incógnitas que Xulio Ríos reconoce que son difíciles de despejar. Para mí fue todo un descubrimiento conocer la historia y relación de Julio Álvarez del Vayo con China -incluidas visitas, encuentros con Zhou Enlai y libros publicados. Pepe Castedo "siempre manifestó una gran admiración" por quien "se convirtió en un referente de los movimientos maoístas que en España iban arraigando a finales de los sesenta." Ese podría ser el origen de su contacto con la Embajada de China en la capital francesa y su posterior viaje a Beijing.

Entre 1964 y 1979 fueron cientos los estudiantes a los cuales enseñó, con un alto sentido de responsabilidad. "Pepe amaba a sus alumnos como un abuelo ama a sus nietos" comenta Jin Guoping, por cierto autor de la traducción al chino de esta obra que es bilingüe.

Reconozco que con 17 años, y sin haber salido del Río de la Plata, al principio Pepe Castedo me daba un poco de miedo. Hablaba en voz muy alta, y de una forma "tan española", que incluso a fecha de hoy a muchos latinoamericanos nos cuesta adaptarnos a ese modo de hablar que en muchos casos nos parece que la persona está enfadada. 

A esto se unía que prácticamente no salía de su apartamento en el Hotel de la Amistad -salvo los domingos cuando entraba al comedor de los "expertos" a comprar ravioles chinos para llevarse a su apartamento, gritando "¡coño!" y a veces protestando por algunos acontecimientos de la política china-, y a que la colonia de hispano-parlantes no estaba en esa época muy unida, y estaban "los buenos" y "los malos".


Pepe Castedo con sus alumnos. Foto cortesía de Xulio Rios

Poco a poco, y gracias al matrimonio de los colombianos Germán Sarmiento y Rocío Hincapie fue que con mi hermana Laura nos fuimos acercando a su casa, y descubrimos a un Pepe completamente diferente a lo que aparentaba. 

En efecto, como bien dice en su obra "Memorias de un náufrago" el escritor peruano Juan Morillo, detrás de su apariencia de hombre tosco, irascible, intratable, se escondía una persona inteligente y sensible, incluso tímido. Y yo agregaría de un gran corazón. Amante de la música clásica y de la fotografía, tenía fama de hacer el mejor café de Beijing, y según él -nunca supe si lo decía en serio o en broma- su secreto consistía en colar el café molido dentro de un calcetín.

Unos años después de la muerte de Franco decide regresar a España en 1979, a la edad de 66 años. Lo que Mario Benedetti llamó "el desexilio" no fue nada fácil para él. Y los que tuvimos también que vivirlo podemos imaginarnos perfectamente lo mal que lo tuvo que haber pasado.

Al igual que su compatriota María Lecea, otra leyenda de la enseñanza del español en China, recibió una condecoración del entonces Jefe de Estado, el Rey Juan Carlos I. Pero lamentablemente -y esto es una opinión personal- las condecoraciones no dan de comer.

Según se indica en el libro, su entorno familiar le dio prácticamente la espalda por razones políticas. Quiso regresar a China, pero no fue posible - la China que había comenzado la reforma, ¿ya no lo quería? ¿ya no lo necesitaba?- otra de las incógnitas sobre su vida.

En todo caso, quienes hemos pasado por situaciones similares, creo que podemos hacernos una idea de lo mal que lo tuvo que pasar tras su regreso. "Desesperanzado y deprimido, el 24 de diciembre de 1982, se suicida en la capital". 

Me gustaría destacar la fecha: 24 de diciembre, vísperas de Navidad. 24 de diciembre, la peor fecha del año para los exiliados y "desexiliados". Y me lo imagino, porque yo también lo vivo, en medio de una ciudad disfrazada de un amor, fraternidad y unidad familiar obligatorios; con una radio y una televisión haciendo referencia de forma continua a los encuentros familiares, a la felicidad disimulada, a los saludos, besos y abrazos obligados y no sinceros. Y no me extraña en absoluto que el pobre Pepe se haya suicidado.

"Honrar su recuerdo es una obligación que quienes le admiramos cumplimos gustosamente"; así termina Xulio Ríos su relato. 

Ojalá que en España, que en Uruguay, Argentina, Chile, que en todos los países donde hubo situaciones que obligaron al exilio, nunca se olvide a gente como Pepe, y siempre se honre su memoria.

Lamentablemente, y aunque por ahora no pienso suicidarme, soy bastante pesimista al respecto. Por eso mi aprecio y mi agradecimiento -creo poder hablar en nombre de todos los que conocimos a Pepe en el Hotel de la Amistad- a Xulio Ríos por este noble gesto de recuerdo y homenaje a Pepe Castedo.

@PabloRovetta  

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