Muchos de los lectores podrán decir, con razón, que con todos los acontecimientos que están pasando en China el fútbol es lo de menos.
De la misma forma podrán argumentar, y lo reconozco, que no soy ningún experto en fútbol.
En relación con el primer tema sí que me gustaría recordar que, aunque obviamente no es una de sus prioridades, el Presidente Xi Jinping -gran aficionado al fútbol- ha incluido dentro de su "sueño chino" a este deporte.
En concreto sus objetivos para la República Popular en este campo son tres: que China se pueda clasificar para un Mundial, que pueda organizar un Mundial, y por último que pueda ganarlo.
En cuanto al segundo tema, recuerdo al gran Eduardo Galeano cuando decía "No tengo nada de original porque, como se sabe, en mi país las maternidades hacen un ruido infernal porque todos los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol". Por eso, como buen uruguayo, me considero con "derecho" -si me permiten la expresión- a opinar de fútbol.
Los seguidores de estas Reflexiones Orientales saben que no es la primera vez que escribo algunas líneas sobre el fútbol chino. La última vez fue en octubre del 2016, en una crónica titulada "El fútbol chino, de derrota en derrota" que se puede leer pinchando aquí.
Lamentablemente para China y su población, tan aficionada a este deporte, la situación no ha hecho más que empeorar desde entonces.
No ha podido, una vez más, clasificarse para el próximo Mundial y con fecha de hoy ha quedado última en la "China Cup" tras haber perdido primero ante Gales por 6-0 y luego ante la República Checa por 4-1. O sea, que en dos partidos ha marcado sólo un gol y ha recibido un total de diez.
Por cierto, y perdón por la falta de modestia, el campeón de esta Copa -cuyo lema era "de la Copa de China a la Copa del Mundo"- ha sido Uruguay.
Y todo esto a pesar de los millones y millones que el país y sus empresas se han gastado comprando equipos de fútbol europeos, "importando" por cifras millonarias a jugadores y entrenadores extranjeros, entre ellos por cierto el de su Selección, creando no sé cuantos cientos o miles de escuelas de fútbol para sus niños.
Lo siento por mis amigos chinos.
A pesar de ser un deporte tremendamente mercantilizado donde "mandan" la televisión, las marcas, los patrocinadores, por suerte también cuentan cosas como la tradición, la historia, los sentimientos y lo que en mi país llamamos "la garra". Quizás sea demasiado ingenuo, pero hasta ahora el ejemplo de China y de los ricos países de la región del Golfo, creo que me están dando la razón.
Por suerte para países pequeños y no ricos como Uruguay. hay cosas que todo el dinero del mundo y/o los factores demográficos no pueden arreglar. Si me permiten la comparación, el mejor "Pato Pekín" se come en la capital china, la mejor paella en Valencia, y el mejor tango se canta y toca en el Río de la Plata.
En el caso de la República Popular y su máximo dirigente, estoy seguro que seguirán cosechando muchos éxitos en diferentes campos, y que en un corto plazo de tiempo se cumplirán muchos de los "sueños chinos" del Presidente Xi Jinping.
En cuanto al fútbol, y lo digo con todo el respeto y cariño hacia China y sus habitantes, creo que aún le queda una "Larga Marcha" por recorrer.
Los habitantes de lo que ahora es la República Oriental del Uruguay fueron y son conocidos también como “orientales”. Este oriental, después de 17 años de vida en Uruguay y Argentina, aterrizó en China en 1975 y desde entonces sigue relacionado a ese “otro” Oriente, donde residió casi un cuarto de siglo y al que sigue vinculado activamente. Esta página pretende reflexionar, contar, compartir pensamientos, historias y experiencias de China, de ayer y del presente.
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